Que el Señor os bendiga a todos y vuestras familias.
Benedicta et venerabilis es Virgo Maria, quae sine tactu pudoris inventa es mater Salvatoris:
Iacebat in praesepio, et fulgebat in caelo.
Infierno
Velad y orad
Sólo un 60% de nuestros fieles cree en la resurrección de la carne y en la vida eterna; y sólo un 55% cree en la existencia del infierno. Estos datos revelan una defectuosa concepción de Dios, y reflejan también el avance de la cultura de la desesperanza. En la predicación hemos de evitar presentar la posibilidad de la condenación eterna de un modo terrorífico, pero, al mismo tiempo que anunciamos el destino glorioso que a todos nos espera, no debemos silenciar que ese destino feliz se puede frustrar por el pecado, lo cual debe estimular la responsabilidad personal de los fieles. Os recuerdo el Evangelio de las diez vírgenes: Velad porque no sabéis el día ni la hora. Esa hora nos llegará a todos, aunque desconozcamos el momento. Lo único cierto es que sucederá; por ello, se impone la vigilancia.
La respuesta de Fellay todavía no ha llegado, pero las tres “condiciones” de la Fraternidad podrían abrir nuevos escenarios...
La respuesta del superior de la Fraternidad San Pío X al “preámbulo doctrinal” que recibió el 13 de junio no ha llegado a Roma todavía. Y aunque llegara en las próximas semanas, no sería examinada, porque el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, se va de vacaciones, así como el vicepresidente y secretario de la Pontificia comisión “Ecclesia Dei”. Después de la conclusión del Capítulo general de los lefebvrianos, seguramente Fellay se tomará algún tiempo para enviar la respuesta.
El superior de la Fraternidad, durante el encuentro de junio, había «prometido dar a conocer su respuesta en tiempos razonables». Las autoridades romanas conocen bien la situación interna conocen muy bien cuál es la situación dentro de la Fraternidad, además de las gestiones que lleva a cabo Fellay. Por ello, no tienen ninguna intención de apresurar la situación. La última versión del “preámbulo doctrinal” (que fue revisada por los cardenales del ex Santo Oficio y aprobada posteriormente por el Papa) se considera definitiva y no debería sufrir demasiadas modificaciones. En el Vaticano hacen notar que no es verdad la opinión de que con el “preámbulo” del 13 de junio represente la vuelta al primer texto, que preparó la Congregación para la Doctrina de la Fe en septiembre de 2011, en la que no se habría tomado en consideración la propuesta de la Fraternidad. «La última versión –confirma una fuente a Vatican Insider– retomó diferentes propuestas y sugerencias que formuló monseñor Fellay».
Por orden del Papa y de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dos puntos importantes fueron de nuevo incluidos en la nueva versión del “preámbulo”: el primero está relacionado con la misa según el “Novus Ordo”, es decir con el rito post-conciliar. Se pretende que los lefebvrianos reconozcan no solo la validez de la nueva misa, sino también su legitimidad. Esto no significa que no puedan criticar los abusos litúrgicos o discutir sobre la reforma litúrgica post-conciliar y su aplicación.
El otro punto tiene que ver con el Concilio y su magisterio. La Santa Sede no puede aceptar que se atribuyan “errores” a los documentos del Vaticano II, y pide que la Fraternidad distinga entre los textos del Concilio y la interpretación de los textos del Concilio, aceptando que el magisterio no puede ser juzgado por ninguna instancia –en este caso la Fraternidad–, que se convertiría en una especie de “súper-magisterio”.
«El objetivo del diálogo es la superación de las dificultades en la interpretación del Concilio Vaticano II, pero no podemos negociar con la fe revelada, esto es imposible. Un Concilio ecuménico, según la fe católica, siempre es el supremo magisterio de la Iglesia», declaró el nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, en una entrevista con «Ewtn News». «La afirmación de que las enseñanzas auténticas del Vaticano II –añadió– estén en contradicción con la tradición de la Iglesia es falsa».
En el Vaticano, mientras esperan la respuesta de Fellay, han visto con mucha atención la carta circular –reservada, pero que terminó, como pasa a menudo, en la red– que la secretaría general de la Fraternidad San Pío X envió a los diferentes distritos para explicar la postura que surgió tras el reciente Capítulo general. Las tres condiciones irrenunciables (“sine qua non”) para llegar a un acuerdo con Roma fueron formuladas en una forma que deja abiertos nuevos escenarios: por ejemplo, se subraya la petición de usar exclusivamente la liturgia de 1962, pero no se dice nada con respecto a la nueva misa.
De la misma forma, la reivindicación de la libertad para criticar, incluso públicamente, a los que cometan errores «o las novedades del modernismo, del liberalismo, del Concilio Vaticano II y de sus consecuencias» podría, a final de cuentas, tener una interpretación menos áspera de lo que parece. «Todo depende –dicen en el Vaticano– de la respuesta que monseñor Fellay enviará a Roma».
Pero sobre todo, como ministros suyos, al ofrecer el sacrificio por excelencia, que cada día se renueva -en virtud de una fuerza perenne- por la salud del mundo, nos hemos de poner en aquella misma disposición de alma con que El se ofreció a Dios cual hostia inmaculada en el ara de la Cruz. Si antiguamente, cuando no había sino símbolos y figuras, se requería santidad tan grande en los sacerdotes, ¿qué no habrá de exigirse a nosotros, cuando Cristo mismo es la víctima? ¿A quién no debe aventajar en pureza el que goza de semejante sacrificio? ¿A qué rayo de sol en esplendor la manos que parte esta carne, la boca que se llena del fuego espiritual, la lengua que se enrojece con la sangre que hace temblar? (San Pío X, Haerent Animo, 4)
Entre los cuidados propios del oficio pastoral, no solamente de esta Cátedra, que por inescrutable disposición de la Providencía, aunque indigno, ocupamos, sino también de toda iglesia particular, sin duda uno de los principales es el de mantener y procurar el decoro de la casa del Señor, donde se celebran los augustos misterios de la religión y se junta el pueblo cristiano a recibir la gracia de los sacramentos, asistir al santo sacrificio del altar, adorar al augustísimo sacramento del Cuerpo del Señor y unirse a la común oración de la Iglesia en los públicos y solemnes oficios de la liturgia. (…)
l. Como parte integrante de la liturgia solemne, la música sagrada tiende a su mismo fin, el cual consiste en la gloria de Dios y la santificación y edificación de los fieles. La música contribuye a aumentar el decoro y esplendor de las solemnidades religiosas, y así como su oficio principal consiste en revestir de adecuadas melodías el texto litúrgico que se propone a la consideración de los fieles, de igual manera su propio fin consiste en añadir más eficacia al texto mismo, para que por tal medio se excite más la devoción de los fieles y se preparen mejor a recibir los frutos de la gracia, propios de la celebración de los sagrados misterios.
2. Por consiguiente, la música sagrada debe tener en grado eminente las cualidades propias de la liturgia, conviene a saber: la santidad y la bondad de las formas, de donde nace espontáneo otro carácter suyo: la universalidad.
Debe ser santa y, por lo tanto, excluir todo lo profano, y no sólo en sí misma, sino en el modo con que la interpreten los mismos cantantes.
Debe tener arte verdadero, porque no es posible de otro modo que tenga sobre el ánimo de quien la oye aquella virtud que se propone la Iglesia al admitir en su liturgia el arte de los sonidos.
Mas a la vez debe ser universal, en el sentido de que, aun concediéndose a toda nación que admita en sus composiciones religiosas aquellas formas particulares que constituyen el carácter específico de su propia música, éste debe estar de tal modo subordinado a los caracteres generales de la música sagrada, que ningún fiel procedente de otra nación experimente al oírla una impresión que no sea buena.
(…)
5. La Iglesia ha reconocido y fomentado en todo tiempo los progresos de las artes, admitiendo en el servicio del culto cuanto en el curso de los siglos el genio ha sabido hallar de bueno y bello, salva siempre la ley litúrgica; por consiguiente, la música más moderna se admite en la Iglesia, puesto que cuenta con composiciones de tal bondad, seriedad y gravedad, que de ningún modo son indignas de las solemnidades religiosas.
Sin embargo, como la música moderna es principalmente profana, deberá cuidarse con mayor esmero que las composiciones musicales de estilo moderno que se admitan en las iglesias no contengan cosa ninguna profana ni ofrezcan reminiscencias de motivos teatrales, y no estén compuestas tampoco en su forma externa imitando la factura de las composiciones profanas.
Oremus pro Pontifice nostro Francisco
Esperanza Macarena
milites ergo cum crucifixissent eum acceperunt vestimenta eius et fecerunt quattuor partes unicuique militi partem et tunicam erat autem tunica inconsutilis desuper contexta per totum dixerunt ergo ad invicem non scindamus eam sed sortiamur de illa cuius sit ut scriptura impleatur dicens partiti sunt vestimenta mea sibi et in vestem meam miserunt sortem et milites quidem haec fecerunt
Cor Iesu sacratissimum, miserere nobis!
Cristo de la Buena Muerte