por Andrea Tornelli
La respuesta de Fellay todavía no ha llegado, pero las tres “condiciones” de la Fraternidad podrían abrir nuevos escenarios...
La respuesta del superior de la Fraternidad San Pío X al “preámbulo doctrinal” que recibió el 13 de junio no ha llegado a Roma todavía. Y aunque llegara en las próximas semanas, no sería examinada, porque el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, se va de vacaciones, así como el vicepresidente y secretario de la Pontificia comisión “Ecclesia Dei”. Después de la conclusión del Capítulo general de los lefebvrianos, seguramente Fellay se tomará algún tiempo para enviar la respuesta.
El superior de la Fraternidad, durante el encuentro de junio, había «prometido dar a conocer su respuesta en tiempos razonables». Las autoridades romanas conocen bien la situación interna conocen muy bien cuál es la situación dentro de la Fraternidad, además de las gestiones que lleva a cabo Fellay. Por ello, no tienen ninguna intención de apresurar la situación. La última versión del “preámbulo doctrinal” (que fue revisada por los cardenales del ex Santo Oficio y aprobada posteriormente por el Papa) se considera definitiva y no debería sufrir demasiadas modificaciones. En el Vaticano hacen notar que no es verdad la opinión de que con el “preámbulo” del 13 de junio represente la vuelta al primer texto, que preparó la Congregación para la Doctrina de la Fe en septiembre de 2011, en la que no se habría tomado en consideración la propuesta de la Fraternidad. «La última versión –confirma una fuente a Vatican Insider– retomó diferentes propuestas y sugerencias que formuló monseñor Fellay».
Por orden del Papa y de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dos puntos importantes fueron de nuevo incluidos en la nueva versión del “preámbulo”: el primero está relacionado con la misa según el “Novus Ordo”, es decir con el rito post-conciliar. Se pretende que los lefebvrianos reconozcan no solo la validez de la nueva misa, sino también su legitimidad. Esto no significa que no puedan criticar los abusos litúrgicos o discutir sobre la reforma litúrgica post-conciliar y su aplicación.
El otro punto tiene que ver con el Concilio y su magisterio. La Santa Sede no puede aceptar que se atribuyan “errores” a los documentos del Vaticano II, y pide que la Fraternidad distinga entre los textos del Concilio y la interpretación de los textos del Concilio, aceptando que el magisterio no puede ser juzgado por ninguna instancia –en este caso la Fraternidad–, que se convertiría en una especie de “súper-magisterio”.
«El objetivo del diálogo es la superación de las dificultades en la interpretación del Concilio Vaticano II, pero no podemos negociar con la fe revelada, esto es imposible. Un Concilio ecuménico, según la fe católica, siempre es el supremo magisterio de la Iglesia», declaró el nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, en una entrevista con «Ewtn News». «La afirmación de que las enseñanzas auténticas del Vaticano II –añadió– estén en contradicción con la tradición de la Iglesia es falsa».
En el Vaticano, mientras esperan la respuesta de Fellay, han visto con mucha atención la carta circular –reservada, pero que terminó, como pasa a menudo, en la red– que la secretaría general de la Fraternidad San Pío X envió a los diferentes distritos para explicar la postura que surgió tras el reciente Capítulo general. Las tres condiciones irrenunciables (“sine qua non”) para llegar a un acuerdo con Roma fueron formuladas en una forma que deja abiertos nuevos escenarios: por ejemplo, se subraya la petición de usar exclusivamente la liturgia de 1962, pero no se dice nada con respecto a la nueva misa.
De la misma forma, la reivindicación de la libertad para criticar, incluso públicamente, a los que cometan errores «o las novedades del modernismo, del liberalismo, del Concilio Vaticano II y de sus consecuencias» podría, a final de cuentas, tener una interpretación menos áspera de lo que parece. «Todo depende –dicen en el Vaticano– de la respuesta que monseñor Fellay enviará a Roma».