Hoy, en las dos formas de la liturgia de la Iglesia, se
celebra la festividad de San José Obrero, fiesta promulgada por Pío XII. La
fiesta sustituyó a la de los santos apóstoles Felipe y Santiago, cuya solemnidad fue trasladada al once de Mayo.
La celebración de la festividad de los santos apóstoles
Felipe y Santiago el primer día de Mayo procede de la consagración de la
Iglesia de los
Santos Apóstoles en Roma, dónde se encuentran sus relicarios, en
este día, en el año 560.
Corría el año 1.956 cuando la Comisión Pontifica para la
Reforma de la Liturgia, de la cual era secretario el inefable Aníbal Bugnini, trasladó
absurdamente la fiesta de los santos apóstoles y abolió, de postre, la
solemnidad de San José con su octava, fiesta introducida por el Beato Pío IX en
el año 1.847, como el Patronazgo de San José.
La introducción de la fiesta de San José Obrero
no se hizo sin oposición. Así, la Sagrada Congregación para los Ritos rehusó componer el oficio y la Misa para la fiesta; el mismo Papa, de hecho, tuvo que
intervenir para que, finalmente la Congregación accediera y el oficio fuese
publicado en el año 1.956. Según dice
Jean Crete, «el oficio está tan mal compuesto que uno puede sospechar que había
sido saboteado intencionadamente». Finalmente, las melodías para la Misa fueron
publicadas en el año 1.960.
La razón, en este caso, estaba de lado de los miembros de
la Sagrada Congregación para los Ritos. Trasladar de día una festividad venerable, como la de los santos apóstoles Felipe y Santiago y, además, eliminar de un plumazo otra fiesta, como la del santo Patriarca, con cien años de
antigüedad, para imponer otra, tan dependiente de unas circunstancias históricas
concretas, carece de sentido. Sin embargo se hizo. Años después, asistimos a la decadencia de la celebración civil del primero de Mayo; también de la festividad de San José Obrero, solemnidad que ha perdido su sustento temporal.
Éste es otro ejemplo más del desmantelamiento litúrgico que ha sufrido y sufre la Iglesia, cuya causa no se debe buscar en el Concilio Vaticano II, sino más atrás.
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