sábado, 27 de diciembre de 2008

Un artículo que no debe estar ni un minuto más en la página de la CEE



Desde la promulgación del Motu Proprio Summorum Pontificum, por Benedicto XVI, hemos escuchado muchas voces que nos avisaban de la catástrofe que se avecinaba por la liberación de la, ahora llamada, forma extraordinaria de la liturgia de la Iglesia. Curiosamente al coro que formaban los de siempre, se unían algunos cantantes a los que, igual que a los soldados la valentía, se les presuponía la eclesialidad. Y también, sorpresivamente, muchos de los en otro tiempo beligerantes contra la Iglesia, aplaudían la medida tomada por el Romano Pontifice, quizás porque recuperaba algo que les pertenecía de alguna manera, propio de nuestro bagaje cultural, aunque no pertenecieran de hecho a la Iglesia. Pero lo que era impensable de todas, todas, era que el quintacolumnismo estuviese asentado en Añastro, en la propia casa de los obispos.

Pues así es. En la página de la Comisión Episcopal de Liturgia, vicaria de la web de la CEE, el Director del Secretariado de dicha comisión, Juan María Canals, ha escrito un artículo que deja en muy mal lugar a la CEE.