martes, 31 de enero de 2012

Misal del 62, versión .1



Secretum meum mihi, entre otros medios, recoge la carta que la Federación Internacional  Una Voce ha publicado, en ocasión del comienzo de los trabajos de revisión del Misal del 62 que la Comisión Ecclesia Dei está preparando.

Ciertamente el Papa Benedicto, en la carta que acompaña al Motu Proprio Summorum Pontificum, deja abierta la posibilidad de incorporar los santos canonizados desde el año 1.962 en adelante, además de incorporar algunos de los nuevos prefacios, pero lo que la FIUV se huele es que, ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, se aproveche la ocasión para meter la pluma en el Misal y asistamos a una  versión 62.1, adaptada a los tiempos, con resultados nada bueno. De ahí el temor suscitado por dicha reforma.

Revisar un Misal que, por una parte, todavía no se ha implementado en la mayoría de las diócesis y que cuenta, además, con la oposición efectiva de un gran sector de la Iglesia, y no precisamente de aquél  tildado como «progresista», no parece que tenga mucho sentido. Además, habría que añadir que, vistos los estragos ocasionados por el huracán – reformista – litúrgico del año 1.969 y que  los propios fieles que asisten al Usus Antiquior – en general, con una gran sensibilidad litúrgica – no han dicho ni mú al respecto, es lógico que, en cierta manera, se levante la guardia, o dicho de otra forma, Virgencita, que me quede como estoy.

Personalmente pienso que una reforma no tiene por qué ser mala. Eso sí, para hacerla de una manera cabal, a mi modesto modo de ver, creo que lo más razonable sería volver al punto de inicio en el cual se empezó a retocar el Misal, es decir, al año en el que se realizaron los cambios en la Semana Santa  y,  a partir de ahí, iniciar el proceso lento, orgánico, de modificación del Misal en las cosas que realmente sean necesarias, incorporando los aciertos – que no siempre tienen que dar lugar a modificaciones. Pienso en las doce lecturas de la Vigilia Pascual, lecturas que han desaparecido en el Misal del año 1.962 -, y desechando los numerosos errores, todo sin urgencias.

Como se puede comprobar, los vientos de cambios, siguen soplando.  Que el Señor nos libre de nuevas tormentas.

domingo, 22 de enero de 2012

Cuando los buenos frutos se confunden con los frutos numerosos



En la Iglesia que atraviesa la era de la postmodernidad, los obispos, sucesores de los apóstoles, confunden los frutos buenos, con los frutos numerosos, como si la cantidad fuese igual que la calidad.

La crisis de la Iglesia nos ha llevado a la transformación de un juicio sintético, en analítico.

Es una mentalidad que afecta, primariamente, a los obispos. Quieren masa, multitud, como si esto, en sí significara algo.

Si el número es suficientemente grande, los excesos serán permitidos.

Lamentable, pero real.

sábado, 21 de enero de 2012

El nuevo espíritu



El anuncio de la aprobación de la liturgia Neocatecumenal, como si el Camino fuese una orden religiosa, ha traído unos días tremendamente agitados. En síntesis, los hechos han sido los siguientes:

-      -    Primero, en el blog de Francisco José de la Cigoña, se anuncia a finales del año pasado, que el próximo 20 de Enero, hoy, el Papa aprobará la liturgia Neocatecumenal, con todas las implicaciones y derivaciones que ello conllevaría. Resulta muy curioso, por otra parte, como las Misas propias de los miembros del Camino aparecen a los ojos de los demás, como un rito distinto, lo que se ha conseguido por la fuerza de los hechos.

-       -   Segundo, en fechas recientes, el mismo Francisco José de la Cigoña, avisa que el Papa dirá no a la aprobación de dicha liturgia.

-      -   Tercero, en llegando el día de autos, los medios de información anuncian que el Papa dará el placet a dichas celebraciones.

Sin embargo, ¿esto ha sido así? Parece que no. Por lo visto lo que ha aprobado el Papa son las celebraciones recogidas en el Directorio, esto es unos sacramentales particulares del Camino. Ahora sólo hace falta que dicho Directorio se haga público. Los medios de información, ante esta evidencia, han corregido o rectificado la información.

Ahora bien, la cosa no ha acabado aquí. En el imaginario popular, la liturgia del Camino ha sido realmente aprobada por el Papa. Si no, vean las declaraciones del propio Francisco Argüello:

Visto los frutos de estos 40 años de historia del Camino Neocatecumenal, hoy se reconoce esta liturgia que hacemos en todo el mundo

Una cosa son los textos y otra lo que se propaga. Estamos ante un espíritu correctivo/modificativo similar a aquél del Concilio. Eso sí, con una diferencia notable: esta vez, los encargados de la cosa, han aprendido.

Lo que otros dicen:



martes, 17 de enero de 2012

Soraya pregonera



María Soraya Sáenz de Santamaría Antón. Vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno formado recientemente por Rajoy.

María Soraya Sáenz de Santamaría Antón está casada por lo civil. María Soraya Sáenz de Santamaría Antón no va a Misa. No parece muy católica la señora, no.

                       - ¿Y qué le pasa a usted con Soraya? 

                       - Que ha sido nombrada pregonera de la Semana Santa de Valladolid. 

Yo no entiendo que pinta esta señora pregonando la Semana Santa de Valladolid, una fiesta religiosa. ¿De qué va a hablar?

La declamación se realizará en el presbiterio de la Catedral. Yo me pregunto si el ordinario del lugar, Monseñor Ricardo Blázquez está de acuerdo con dicho nombramiento. Tanto por la persona como por el partido al que pertenece. 

Eso sí, como ahora gobiernan los nuestros…

domingo, 15 de enero de 2012

Tradición y tradiciones (y II)

Los unos conceden una primacía a la tradición objetiva. Tal es el caso, entre otros de Fr. Hettinger, J.V. De Groot, O.P., A. Tanquerey, P.S.S., J. Pohle, S.J., B. Bartmann, J. Muncunill. En muchos de estos teólogos, y además en otros, así como en los teólogos romanos del siglo XIX, Perrone y Franzelin, la tradición (objetiva) y la Sagrada Escritura, se presentaban como constitutivas de la regla remota de fe, mientras que la Iglesia, o más precisamente el ministerio de sus pastores era la regla próxima. Esta distinción entre regla próxima y remota podría, sin duda alguna, invocar a Suárez, pero nos parece que en este caso Suárez está más próximo a los grandes teólogos del siglo XII que a los teólogos modernos. La palabra «regla» es de acepción bastante amplia: puede aplicarse – en sentido figurado - «a todo lo que sirve para dirigir, conducir, regir» (Littré); pero es evidente que la acepción antigua en la que Regula fidei significaba el contenido objetivo y normativo de la fe, y la acepción más reciente de criterio, no pueden situarse en el mismo plano. La primera regla es absolutamente y soberanamente reguladora de toda la vida interna de la Iglesia en la fe; la segunda no es regla sino en un sentido derivado. No es regla interna de la fe como virtud teologal, sino regla de su profesión eclesial, en cuanto que los objetos que cree la fe son precisados como dogmas, en reglas canónicas de la creencia eclesial. Podría, pues, discutirse esta distinción, o por lo menos este vocabulario, en nombre de una teología de la fe divina.

Pero otros han puesto esta cuestión sobre el tapete en otro aspecto, y en beneficio de una mayor dependencia de la tradición respecto el magisterio. Ya Billuart (+ 1757) había observado que «tradición» no dice, por sí, sino doctrina comunicada de viva voz; para que tenga calidad de regla de fe, es necesario que sea comunicada por el magisterio. Así la tradición activa que realiza la «Iglesia», la praedicatio ecclesiastica, o más exactamente la proposición selectiva por un magisterio que tiene autoridad, desempeña una función forma en relación con la tradición objetiva o con el depósito: ella la constituye en su calidad normativa. Por esta razón muchos teólogos contemporáneos: 1º identifican «Iglesia», es decir, el sujeto de la Praedicatio ecclesiastica o de la tradición activa, con el magisterio jerárquico: lo que no hacían ni Franzelin, ni Scheeben, ni el mismo Perrone. Nada más significativo de una evolución, que puede situarse entre 1910 y 1920, que ciertos cambios sin importancia introducidos en los textos de una edición a otra de la misma obra. Se puede decir que la teología moderna ha introducido el magisterio en la definición de la tradición, algo así como Belarmino introdujo al Papa en la de la Iglesia (…) 2º Estos teólogos critican la categoría de «regla remota» de la fe y concluyen por atribuir exclusivamente al magisterio actual - «viviente» - la calidad de regla de fe. Se puede preguntar si, en ciertas condiciones, el magisterio no se convierte en el único lugar teológico, única fuente de conocimiento de la verdad religiosa. El P. Bainvel no pone, entre su posición y esta consecuencia, sino el espesor de un frágil muro, por decirlo así. Los teólogos que llegan hasta eso, emplean aún, sin embargo, respecto de los monumentos de la tradición y de la Escritura, la expresión de «regla remota». La Escritura y la tradición no son inútiles, pero su papel consistirá más bien en rendir testimonio en favor del magisterio viviente de la Iglesia y justificarla. La fuente es el magisterio: Escritura y Tradición, en el sentido objetivo de la palabra, son las referencias por las que los teólogos justifican ese magisterio.

El padre L. Billot dirigió con todo vigor el frente de esta teología en la época del modernismo. Billot muestra, en la Escritura y la tradición oral, dos formas de transmisión del contenido dela Revelación. Pero si la Escritura tiene necesidad de una interpretación, como se ha reconocido desde siempre, cuánto más la tradición, realidad mucho menos fija, menos definida, que es preciso buscar en gran número de documentos de valor desigual y de sentido muchas veces discutible. De este modo no puede ser una regla de fe, que transmite una verdad revelada, sino propuesta por el magisterio asistido. De manera que, si se la considera en una época determinada, la tradición se confunde con el magisterio auténtico, regla próxima e inmediata de nuestra fe.

Ives M. J. Congar, O.P. La Tradición y las tradiciones, tomo I. Capítulo VI: Tradición y magisterio desde el Concilio de Trengo a 1.950 . Tradición y magisterio viviente en la teología romana de Perrone (1824) a 1950. Ediciones «Dinor» - San Sebastián, 1964; pp. 327 - 329

jueves, 12 de enero de 2012

Ecumenismo 2012


Aún sin estar repuesto de la eliminación copera frente al Valencia – gracias Marcelino, sólo a ti se te ocurre mantener a Kanouté en el banquillo hasta el minuto 70 -, cae en mis manos el folleto preparado, al alimón, por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo de las Iglesias. No salgo de un disgusto cuando viene otro.

El folletito en cuestión ha sido elaborado para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Este año el lema es: «Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo (Cfr. I Co 15, 51 – 58). La adaptación del texto se debe a las Conferencias Episcopales.

¿Qué decir del contenido? Pues que en es lamentable y que, en ciertas oraciones, roza lo herético. Bueno, quizás herético sea una palabra demasiado pequeña. Lean y mediten la siguiente oración (p. 16):

Oración de apertura

P: Dios Todopoderoso, en Jesús nos has dicho que quien quiera ser primero debe hacerse el último y el servidor de todos. Entramos en tu presencia sabiendo que tu victoria se gana por la debilidad de la cruz. Te rogamos para que la Iglesia pueda ser una. Enséñanos a aceptar humildemente que esta unidad es un don de tu Espíritu; a través de este don, cámbianos y transfórmanos y haznos más semejantes a tu Hijo Jesucristo.

A: Amén.
 Aquí el resto de la cosa.


¿Qué tal? «Te rogamos para que la Iglesia pueda ser una». Pero, ¿es que la Iglesia no es ya Una, además de Santa, Católica y Apostólica? ¿Acaso la única Iglesia de Cristo no es la Iglesia Católica? ¿Puede un católico rezar esa oración con protestantes y ortodoxos? Por otra parte, ¿qué pasa con el Credo?

La verdad es que todo esto es alucinante.

Aunque más alucinante es ver como los obispos tocan el violón sin hacer nada.

¡Señor ven pronto!

martes, 10 de enero de 2012

La Tradición y las tradiciones (I)



Si se exceptúa a Tubinga y a las fuertes personalidades de los apologistas, para la mayor parte de los laicos y tradicionalistas, el campo de las ciencias religiosas aparece bastante desierto. Las escuelas romanas tomaron entonces el relvo de las Facultades suprimidos. El Colegio romano vuelve abrir sus puertas en 1824, con J. Perrone, como profesor de dogmática, rector y prefecto de estudios. Se puede hablar, desde entonces, de una teología romana de la Iglesia, y en un grado menor de una teología romana de la tradición. En cuanto a este último capítulo, el gran nombre que es J.B. Franzelin, profesor en Roma desde 1851 (+ 1886), cuyo De divina Traditione et Scriptura (1870) alcanza casi el valor de una obra clásica, ha determinado ampliamente la teología moderna.

Möhler había distinguido perfectamente, en la tradición, un aspecto objetivo y un aspecto subjetivo, pero había considerado a éste más bien como una recepción o participación, por la vida en la comunión de la Iglesia. Franzelin distingue la tradición en sentido objetivo y en sentido activo. En el sentido objetivo, la tradición consiste en un depósito de doctrinas o de instituciones, transmitido por los antiguos, y del que existen testimonios: los monumentos de la tradición. Ella puede ser, según su origen, divina, apostólica, o eclesiástica. En sentido activo, la tradición consiste en los actos de transmisión. En su sentido integral y acumulativo, que abarca los dos aspectos, la tradición es «doctrina fidei universa, quatenus sub assistentia Spiritus Sancti, in consensu custodum depositi et doctorum divinitus institutorum continua succesione conservatur, atque in professione et vita totius Ecclesiae sese exserit».

Esta definición indica ya que el sujeto u órgano de la tradición, comprendida en su sentido integral, no es el único magisterio jerárquico. Todo el cuerpo de fieles conserva el depósito junto con los obispos, mientras que los fieles, ya se los tome como comunidad o individualmente, no tienen ni el encargo ni el carisma de enseñar: una es la función de conservar, otra la de enseñar con autoridad. Esta doctrina fue igualmente subrayada por Perrone, al menos después de su contacto con Newman. Y lo fue todavía más por Scheeben, alumno de Franzelin y que, como él, distingue la conservación o la propagación de la tradición, que se lleva a cabo por todo el cuerpo, y su promulgación en forma de juicio que tiene fuerza de ley, que es el privilegio de la jerarquía. En el orden de la finalidad, la vida de la fe es lo primero; el carisma jerárquico está ordenado a ella como un ministerio. En el orden de los actos por los cuales se garantiza la infalibilidad a esta vida de fe, esta infalibilidad está asegurada, ante todo, al cuerpo de los pastores y, por él, al cuerpo entero de los fieles. Pero consagraremos un párrafo especial a la síntesis de Scheeben, que nos parece particularmente lograda

Si Franzelin ha sabido reconocer la parte que corresponde a los fieles en la conservación del depósito, ha insistido sobre todo en la transmisión de la tradición objetiva por el magisterio, al que atribuye el papel principal en la tradición activa. De su enseñanza, en todo caso, este es el aspecto que más se ha desarrollado después. Se ha conservado de él la identidad entre la tradición activa y la regla de fe en el sentido moderno de la palabra, es decir, el magisterio, concentrado éste hasta quedar casi absorbido en la instancia romana.

El Concilio Vaticano trabajó en el mismo sentido. También para él, la tradición era un depósdio encomendado a la guarda de la Iglesia. «Fidei doctrina tanquam divinum depositum Christi Sponsae tradita» (Sess. III, cap. 4 (D 1800); cf. nº 1798). Pero por «Iglesia» el Concilio entiende aquí, sobre todo el magisterio, e incluso el magisterio del Pontífice romano (Esto procede de D 1798, que emplea dos veces la palabra Ecclesia, de la sesión III, cap. 3, nº 1792, «quea in Verbo Dei scripto vel traditio continentur et ab Ecclesia sive sollemni juicio sive…»; de las Sess. IV, cap. 4, nº 1836, en que la custodia y la declaración del fidei depositum (confiado a la Esposa de cristo: nº 1800) son atribuidos a la Sede Apostólica, o Romanoos Pontifices. – Cf. León XIII, enc. Satis cognitum del 29 de junio de 1.896, D 1958. Sería preciso, sin embargo, no extender nuestra observación a la doctrina enseñada por el Concilio: ésta reconoce expresamente la infalibilidad de la «Ecclesia»). Observemos, asimismo, que al citar el decreto de Trento sobre los libros escritos y las tradiciones no escritas, el Concilio Vaticano sugiere la idea de dos fuentes paralelas y parciales, en una palabra, el partim…partim, no retenido por Trento, pero enseñado generalmente después por los teólogos, salvo por los de Tubinga.

La obra de Franzelin ha inspirado ampliamente los manuales modernos, que han tomado dos datos mayores: la noción de evolución o desarrollo dogmático, en adelante lograda en teología, y la extensión adquirida por el magisterio pontifical con el hecho de la definición (extra conciliar en cuanto al primero y tercero) de los tres nuevos dogmas: La Inmaculada Concepción de la Madre de Dios (1854), la Infalibilidad del Papa cuando como Pastor supremo en materia de fe y de costumbres (1870), la Asunción corporal de la Virgen María (1950). Sin embargo es necesario que todos los manuales acentúen de la misma manera los elementos integrantes de la idea de tradición.

Ives M. J. Congar, O.P. La Tradición y las tradiciones, tomo I. Capítulo VI: Tradición y magisterio desde el Concilio de Trengo a 1.950 . Tradición y magisterio viviente en la teología romana de Perrone (1824) a 1950. Ediciones «Dinor» - San Sebastián, 1964; pp. 324 - 327

domingo, 8 de enero de 2012

Medios de expresión de lo numinoso



De otras muchas maneras se manifiesta la atracción que produce lo misterioso hacia cosas y sentimientos que tienen alguna correspondencia con él, tan sólo porque no se comprenden. Sirva de ejemplo más convincente el encanto que posee la lengua del culto, medio comprendida o incomprendida del todo, y el indudable acrecentamiento del temor devoto que provoca. Asimismo pueden citarse en este lugar las expresiones viejas y apenas comprensibles de la Biblia y el libro de cánticos, el singular poder impresionante de las aleluyas y kiries, justamente porque son algo heteróclito e incomprensible; los latines de la misa, que al católico ingenuo no le producen la impresión de un mal inevitable, sino de algo particularmente santo; el sánscrito en las misas budistas de China y Japón; la lengua de los dioses en el ritual de los sacrificios homéricos, y otras mil cosas por el estilo. El mismo efecto produce la mezcla proporcionada de lo manifiesto y patente con lo recóndito y secreto de la misa, en la liturgia griega y en otras liturgias. Hay aquí un aspecto que justifica todo esto. También los restos mal cosidos de la misa retornan en los rituales luteranos; tienen sin duda algo que, precisamente porque su disposición no obedece a regla ni aun orden conceptual, suscita la devoción mejor que las disposiciones de nuestros nuevos sacerdotes, construidas como una composición conforme a esquemas perfectos. En ellas no hay nada fortuito, nada tampoco fértil en alusiones; no hay nada impremeditado y, por tanto, que suscite el presentimiento; nada que proceda de las honduras inconscientes y, por tanto, necesariamente fragmentario; nada que rompa la unidad de composición y, por tanto, que deje ver una conexión más elevada; nada pneumático y, por tanto, en general, tampoco mucho espíritu. Y ¿qué es lo que pone de acuerdo y concierta todas las cosas citadas? Justamente esa correspondencia de lo que no se entiende por completo, de lo insólito y singular – que, a su vez, la antigüedad hace todavía más venerable – con lo misterioso, que por ello se hace en cierto modo sensible, evocado por la anamnesis (‘rememoración’) de su análogo.

Rudolf Otto, Lo santo. Cap. 10: Medios de expresión de lo numinoso. Alianza Editorial, pp. 92 – 93.

martes, 3 de enero de 2012

La liturgia del Camino



El último día del año recién finiquitado, el blog La Cigüeñade la Torre recogía un rumor que anunciaba para el próximo 20 de Enero, la aprobación de la liturgia del Camino Neocatecumenal por parte del Papa.

Por otra parte, al día siguiente, el blog Rorate Caeli, se hacía eco de dicho rumor, recogiendo además, algunas imágenes y un par de vídeos de la liturgia neocatecumenal, si es que se puede llamar de esta forma. Uno de los vídeos publicados es este:



La celebración eucarística es tremendamente chocante en muchos aspectos. A mí hay tres que me han llamado poderosamente la atención: primero en la presencia de laicos en el presbiterio; segundo el silencio, que brilla por su ausencia y tercero, la forma de recibir el Cuerpo de Cristo, muy poco evocadora de lo que es el mysterium tremendum. Del baile final mejor no hablar.

En resumen se podría decir que estaría en las antípodas del Usus Antiquior.

Sólo es un rumor.

O sea.