"Entonces él me habló diciendo: He aquí la palabra de Yavé a Zorobabel. Dice: No con ejército, no con fuerza, sino por mi espíritu, dice Yavé de los ejércitos" (Zac 4,6).
Estas son las palabras que medita con Spider Rocky Balboa, antes de enfrentarse al campeón del mundo en la película, Mason "La Línea" Dixon.
La película ya ha levantado ampollas entre la progresía de tebeo. Ahora el problema no es antiamericanismo, sino los valores que exudan por los poros del filme. En él se nos presenta un Rocky viejo, viudo y dedicado a contar batallitas en su restaurante. Cuando todos le dicen que se tiene que adaptar a la nueva situación él cree que todavía tiene algo que decir. Pero en el planteamiento que nos hace la película esto es lo de menos. Porque lo verdaderamente importante es la redención que encuentran los personajes. No hay en la película un trasfondo maniqueo sino de salvación. Desde su hijo (encarnado por el actor Milo Ventimiglia), pasando por su cuñado hasta Dixon, todos encuentran la oportunidad de redimirse.
Quizás ha sido esto lo que ha picado a la progresía militante, el fondo de humanismo cristiano que sirve de soporte a la película, mucho mejor que las anteriores (muy bueno el combate entre Rocky y Dixon), y cuyos planteamientos no son falaces: la vuelta de un boxeador retirado al mundo del combate, como pasó con el predicador George Foreman. Hubiera sido mejor un Rocky fornicador (por cierto, no hay escenas de sexo en la película) consciente en su vejez de que ha sido un muñeco del capitalismo salvaje. Esto le serviría de escusa para militar en cualquier ONG progre que ataque Bush y comprometida en la lucha contra el cambio climático. Rocky por fín, se daría cuenta que la vida es un asco, que Dios no existe y terminaría sus días en cualquier asilo pidiendo la eutanasia. Entonces seguro que estaría nominada a todos los oscars planetarios, como diría nuestra ministra de cultura.
Pero no. Resulta que en la misma Rocky se dedica a ayudar a los demás ("¿hay que estar en deuda para hacer favores?", llega a decir en una escena) y a reivindicar que un hombre es valioso en sí mismo.
Podemos decir al fin y a la postre, que la película no defraudará al que la vea.
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