sábado, 23 de abril de 2011




Se acercará el hombre y el corazón sublime, y Dios será ensalzado. Ellos dijeron: ¿Quién nos verá? Desfallecieron los escrutadores en sus escrutaciones, en sus malos intentos. Se presentó el hombre a estas deliberaciones y soportó el ser tenido por hombre. Pues no había de ser tenido, ni visto, ni herido, ni crucificado, ni muerto, sino como hombre. Luego se entregó el hombre a todos aquellos sufrimientos que en El no tendrían valor alguno de no haber sido hombre. Se acercó el hombre y el corazón sublime; es decir, el corazón secreto; exponiendo al hombre a las miradas humanas y reservando dentro a Dios; ocultando la forma de Dios, por la que es igual al Padre, y ofreciendo la forma de siervo, por la que es menor que el Padre.



¿Hasta dónde extendieron las escrutaciones en las que los investigadores desfallecieron? Hasta llegar a poner, estando ya muerto y sepultado el Señor, guardias en el sepulcro. Pues dijeron a Pilato: El seductor, y con este nombre fue llamado nuestro Señor Jesucristo para consuelo de sus servidores cuando ellos son llamados así; el seductor—dicen—dijo en vida: Después de tres días resucitaré. Luego manda custodiar el sepulcro hasta el día tercero, no sea que vengan sus discípulos y le hurten y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos, y será el postrer engaño peor que el primero, Pilato les dice: Guardia tenéis; id y custodiadle como sabéis. Con esto, ellos, marchando, defendieron el sepulcro con guardia después de haber sellado la losa.



Colocaron soldados junto al sepulcro. Pero resucitó el Señor habiéndose estremecido la tierra. Se obraron tales milagros junto al sepulcro, por lo que los mismos soldados que como guardias estaban allí serían testigos de ellos si qusieran decir la verdad. Pero la avaricia, que aprisionó en su red al discípulo compañero de Cristo, alucinó a los soldados guardianes del sepulcro. Os daremos— dicen—dinero; y decid que, estando vosotros dormidos, vinieron sus discípulos y le hurtaron. Verdaderamente desfallecieron los escrutadores en las escrutaciones. ¿Qué has dicho, oh astucia siniestra? Hasta tal punto te apartas del dictamen de la luz de la razón y te sumerges en el abismo de la malicia, que dices: Decid que, estando vosotros dormidos, vinieron sus discípulos y le robaron? ¿Cómo? ¿Presentáis testigos dormidos? Verdaderamente dormiste tú que, inventando tales patrañas, desfalleciste.

San Agustín. Enarraciones sobre los Salmos. Salmo 63. Obras Completas de San Agustín, tomo XX. BAC.

Breviarium Romanum; segundo nocturno, oficio de maitines. Sábado Santo.

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