viernes, 15 de abril de 2011

Fiesta de los Siete Dolores de María


El encuentro de María con Simeón, que le profetizó sus dolores, nos hace pensar en otra fiesta mariana, que se celebra en el ciclo temporal el viernes de la semana de Pasión, y en el ciclo santoral el 15 de septiembre. Ambas fiestas, tienen por objeto el martirio de la Madre de Dios y su participación en los sufrimientos de su Hijo, aunque, en un principio, lo que se celebraba principalmente en la fiesta de la semana de Pasión eral a participación de María con Cristo al pie de la cruz, mientras el 15 de septiembre se conmemoraban más bien los Siete Dolores. Prácticamente, las dos misas son la misma. La lección del segundo nocturno es común a los oficios de los dos días. San Bernardo canta así a María al pie de a cruz:


El martirio de la Virgen se nos manifiesta tanto en la profecía de Simeón como en la historia de la pasión del Señor… Verdaderamente os atravesó el alma una espada, puesto que sólo traspasando vuestro corazón podía penetrar en la carne de vuestro Hijo. Más aún: después que vuestro Jesús hubo entregado su espíritu, la cruel lanza que hirió su costado no tocó su alma, pero traspasó, ciertamente, la vuestra; la suya, en efecto, no estaba ya allí, mientras que la vuestra no podía apartarse de aquel lugar… Así, pues, la fuerza del dolor atravesó vuestra alma. Y no es exagerado llamaros más que mártir, puesto que en Vos el sentimiento de la compasión excedió en mucho a cualquier dolor sensible que sepa imaginar… Nos os sorprenda, hermanos, el oír llamar a María mártir en el alma.

En el oficio de la primera fiesta no se hace una referencia específica al número de los dolores de María; más bien se centra en el hecho de la pasión. El numerar los dolores de la Virgen se hizo más tarde, como consecuencia de un afecto piadoso. Los responsorios de maitines, en el oficio del 15 de septiembre, enumeran siete dolores, y en las dos fiestas hay un clima afectivo de ternura emocional, bastante escaso en los textos litúrgicos.

Estas dos fiestas aparecen en el calendario bastante tarde: la primera, en 1.423; la última en 1678, y se extendió a la Iglesia universal en 1814. La fiesta de septiembre se celebraba el tercer domingo, hasta que en 1.913, en la reforma de Pío X, se fijó para el 15 de septiembre.

Es característico de esta fiesta el Stabat Mater, atribuido a Jacopone da Todi, O.F.M. (+ 1306), o a San Buenaventura (+ 1274), que aparece en la misa del 15 de septiembre y en el oficio del viernes de Dolores. Es un himno de expresión muy personal, que pone de relieve el ascetismo que prevalecía en este período. Se basa en los siguientes pasajes de la Sagrada Escritura: Io 19,25; Lc 2,35; Ez 13,6; 2 Cor 4,10, y Gal 4,17.

El hecho de que se celebren dos fiestas con el mismo objeto es una anomalía en la liturgia, que se rige por el principio de que una cosa no se debe repetir (Nunquam bis de eodem).

Mariología, BAC, bajo la presidencia de J.B. Carol, O.F.M., pp 260 – 261.
Nota: la festividad de los Siete Dolores de la Virgen, del Viernes de Dolores, en los libros litúrgicos del Papa Juan XXIII, se encuentra como una Conmemoración. Se conserva, por el contrario, la festividad del 15 de Septiembre, festividad más moderna que la anterior.

El pueblo, sin embargo, sigue conservando la denominación del día.

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