viernes, 20 de mayo de 2011

Voto en blanco



Ha declarado el obispo de Ávila, en referencia a las próximas elecciones municipales, que «si alguien no está conforme con las opciones presentadas, lo consecuente es votar en blanco». Personalmente estas declaraciones me han sorprendido sobremanera, especialmente teniendo en cuenta lo remisos que se muestran nuestros obispos a la hora de expresar cualquier cosa que signifique una orientación del voto católico, por eso no me esperaba esta declaración de amor por el sistema democrático.

Yo entiendo que un mal orden es mejor que un desorden, aunque lo que tengamos que aspirar sea al orden perfecto, y desde este sentido, no se puede recomendar un cambio revolucionario. También es cierto que estamos ante unas elecciones municipales, donde el sistema –sea el que sea – se muestra, por llamarlo de alguna manera, se muestra más puro ya que se vota a la persona, y el debate político se aleja de los grandes temas morales, como puede ser el aborto, por mucho que estas elecciones se planteen como unas generales. Queramos o no, las posibilidades que tiene un Alcalde están muy limitadas porque sus atribuciones son muy pocas.

Ahora bien, esto es una cosa y otra es convertir el derecho al voto, que es un derecho político que se ejerce o no, en un deber cívico. Esto no es nuevo, sino que es un discurso asumido. Una muestra más de que en España no existe la Democracia, sino una Oligarquía de partidos.

En vez de recomendar el voto en blanco, ¿no sería más provechoso informar de la existencia de los partidos católicos - que los hay, aunque minoritarios -? Mejor seguro.


Votar en blanco sirve para bien poco. En España, gracias a la ley d’Hont, los votos en blanco favorecen a la mayoría, de manera que, si una persona no le convence ningún candidato en particular, votando en blanco, podría apoyar incluso al que más le desagrada.

Esto es lo que ocurre cuando en el obrar la voluntad no es acompañada por el intelecto. Cosas de la postmodernidad, que convierten a la voluntad no en la facultad prevalente del alma, sino en la única.

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