Las cofradías de Sevilla han sufrido muchísimo desde el postconcilio hasta acá: por un lado, tuvieron que soportar el desprecio de aquellos sacerdotes que vieron en la religiosidad popular un estadio a superar, abandono que fue aprovechado por la izquierda, por otro lado, los sucesivos pontificados que, tras Pedro Segura, ha venido soportando la archidiócesis.
A pesar de todo lo que ha llovido, se puede decir que las hermandades han mantenido el contacto entre el pueblo y la Iglesia, en unos tiempos de vaciamiento exponencial de las Iglesias. Que ese contacto es delgado como un hilo nadie lo pone en duda, que al menos existe la hebra, también.
Monseñor Asenjo, ordinario de la archidiócesis, nada más comenzar la Santa Cuaresma, ha recordado a las Hermandades y Cofradías sevillanas que no se escape este tiempo de Cuaresma entre «via crucis, procesiones y tantas exigencias de pasos, mantos, palios o enseres, como ellos los llaman, porque se corre el riesgo de que se nos escabulla, de quedarse en la superficie de la Cuaresma», que debe ser «honda, seria y profunda».
Ciertamente es un peligro el dejarse arrastrar por el tráfago de estos días. Precisamente para eso se intensifican en este tiempo cuaresmal los cultos y los via crucis, cultos y via crucis promovidos por las hermandades.
También ha afirmado el arzobispo, a la pregunta de un periodista sobre el riesgo de un excesivo culto a las imágenes, que efectivamente:
—Hay un peligro, una cierta idolatría, en venerar a una imagen por sí mismas sin trascender, sin la dimensión de lo que significa dar culto a Dios y a su Madre. Deberíamos ser más coherentes y, además, que el culto a las imágenes se corresponda con los comportamientos en la vida.
Sin embargo yo diría que las hermandades han pasado la prueba de la Iglesia durante siglos. En Sevilla, en particular, hay hermandades, y muchas, con muchos siglos de historia a sus espaldas. Aún así, las advertencias son buenas y necesarias.
Como buenos y necesarios son los llamamientos a la práctica de la caridad, especialmente en esta época de crisis en la que los gobiernos han abandonado su deber principal, el bien común. Sin embargo, en la ronda de entrevistas que ha concedido el prelado, las palabras con las que se ha referido a este tema son complicadas de entender:
Creo que en estos momentos urge atender los gritos de los pobres, porque de poco sirve vestir nuestros Cristos con sayas y con mantos recamados de oro si los otros cristos con los que Él [Dios] se identifica están muriéndose de hambre".
O yo lo he entendido mal, o el argumento es similar al tan manido de las riquezas del Vaticano y el hambre en el mundo. Ahora bien también la pecadora rompió un frasco de perfumes para ungirle los piés al Señor.
Como dije al principio, las hermandades de Sevilla me dan mucha pena.
3 comentarios:
Desafortunado y erróneo último comentario... pues además de la caridad de las Hermandades, gracias a estas, se mantienen familias y familias con oficios artesanales que, de otro modo, habrían desaparecido.
Comentario, seguramente, que tiene su fundamento en una falta de profundidad en el conocimiento de lo cofrade... y que puede aplicarse a la payasada del reparto de riquezas vaticanas o a que Su Eminencia viaje en vez de en Audi en uno de más baja gama... ¿o no?
PS: Es mejor, ante ciertos temas, permanecer callado y parecer estúpido que abrir la boca y confirmarlo.
Seguramente lo mejor es vender a precio regalado todos los tesoros de los cofrades y de toda la Iglesia (excepto el Audi de su eminencia) a los amigos coleccionistas, grandes empresarios, peperonis, financieros, masones, judíos, etc... como todo el mundo sabe grandes amantes y respetuosos de la Religión.
Mas o menos lo que los obispos están apoyando a nivel socia-económico, que es regalar España a precio de saldo y que por el bien de la economía (entiéndase, las grandes fortunas) todos acabemos esclavizados. Porque la economía lo es todo, y solo de pan vive el hombre.
Cada vez lamento mas no tener cerca a la FSSPX. Cada vez voy teniendo las cosas mas claras. Y cuando abren la boca estos lumbreras se me enciende todas las bombillas.
Desde que entiendo lo que es ser cristiana, tengo muy claro que mis hermanos están antes que cualquier ídolo que se ponga en un altar. Porque cualquiera que me necesite es Jesús resucitado.
María Magdalena, que sabía que Cristo moriría, le ungió los pies con perfume como a un grande de la época. En aquel entonces, era algo asqueroso tocar a alguien los pies, ya que era algo tremendamente sucio en un ambiente donde la higiene brillaba por su ausencia. Es un sentido que se ha perdido hoy en día en la incultura popular que sólo ve el gesto de halago de la prostituta.
Pero ese Jesús ya no está aquí en cuerpo, sino en alma en los pobres (de cuerpo y/o espíritu) que dejamos abandonados a su suerte. Y a esos, no le echamos ni las migajas (de alimento, vestido y tiempo) de nuestros animales de compañía.
Quien vista de oro y joyas a un ídolo antes que al prójimo, no es (a todas luces) nada de cristiano.
No es difícil de entender qué es seguir a Jesús y qué es seguir al mundo.
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