domingo, 22 de enero de 2012

Cuando los buenos frutos se confunden con los frutos numerosos



En la Iglesia que atraviesa la era de la postmodernidad, los obispos, sucesores de los apóstoles, confunden los frutos buenos, con los frutos numerosos, como si la cantidad fuese igual que la calidad.

La crisis de la Iglesia nos ha llevado a la transformación de un juicio sintético, en analítico.

Es una mentalidad que afecta, primariamente, a los obispos. Quieren masa, multitud, como si esto, en sí significara algo.

Si el número es suficientemente grande, los excesos serán permitidos.

Lamentable, pero real.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Se refiere, estimado blogger, a los seminarios de la FSSPX, que según presumen están llenos?

Miles Dei dijo...

Los frutos son la abundancia de obras buenas y meritorias y no otra cosa.

Una mera abundancia numérica sin discernir lo bueno y meritorio puede confundir al Ejército de USA que se repone de sus bajas en poco tiempo con un movimiento del Espíritu Santo.

O afinando más: se puede confundir un bullicio de jóvenes organizados y dirigidos desde miles de parroquias para una gran fiesta y donde se observa como mínimo una complacencia tibia con el pecado venial y actitudes impropias de la conversión y el recogimiento en Dios con una gran gracia del Espíritu Santo.

Anónimo dijo...

Es decir, que cuando el blogger dice: "confunden los frutos buenos, con los frutos numerosos", en la interpretación de Miles Dei hay que leer:
"confunden la abundancia de obras buenas y meritorias buenas, con la abundancia de obras buenas y meritorias numerosas", ¿no? Pues no me salen las cuentas....

Tulkas dijo...

Hablando claro: esta bien que haya muchos kikos si dejan de ser, en la practica, una secta.

Salen ya las cuentas?

Miles Dei dijo...

Anónimo de las 0:28

Abundancia de obras buenas morales (según el objeto y las circustancias) las puede tener cualquier institución.

Por ejemplo la masonería en su afán filantrópico o en cualquier ONG dedicada a ayudar a los necesitados. Incluso la legítima ordenación al bien común de un Estado ateo es una obra buena.

Abundancia de obras buenas y meritorias (si se ha olvidado lo que es meritoria entonces hay que pensar si uno se ha vuelto pelagiano) sólo las puede producir el Espíritu Santo.

El mérito exige tres cosas:

-La libertad (sentencia de fe)
-Que la obra sea buena (sentencia común en teología)
-La gracia: que es la que comienza, produce y lleva a fin la obra buena haciéndola sobrenatural y meritoria ante Dios. (sentencia de fe definida)


Ahora miren ustedes a una institución católica donde falte una de estas tres cosas en la abundancia de sus obras externas. No habrá mérito y sólo habrá abundancia de obras buenas (conformes a la moral católica)

-De la gracia no podemos juzgar en las obras. Pues el Espíritu Santo obra internamente y de modo no visible. Podría darse que una persona acabase fracasada en su vida externa (por ejemplo arruinado, loco y desahuciado y a la vez haber gozado en todas sus obras de la gracia de Dios en un fruto sobrenatural meritorio inmenso para la Iglesia)

De la bondad de las obras podemos juzgar conforme a la moral católica. (Por ejemplo: El desobedecer a la ley litúrgica es una obra mala en la moral católica y difícilmente en un sitio donde sistemáticamente se incumple la ley litúrgica se puede agradar a Dios, como no se puede agradar a Dios)

De la libertad podemos juzgar externamente y ver que si un grupo de personas obra con cierta coacción, hay una libertad imperfecta y por tanto esa abundancia de obras buenas es imperfecta en cuanto al mérito por imperfección de la voluntad. No quiere decir que no haya mérito (que podría darse en ciertos casos), pero sí que en una gran abundancia de peregrinos que se deja llevar por el ambiente festivo organizado puede haber mucho menos mérito ante Dios que en un grupito sencillo de dos o tres fieles que acuden con toda su voluntad a un santuario.

Y así podemos ir imaginando el trabajo inmenso que tiene Dios en su Providencia y juicios divinos. A la vez podemos ver lo temerario que es ir diciendo que esto o aquello son gracias de Dios sin mucho discernimiento.

Miles Dei dijo...

Y para que conste:

Mérito y gracia son convertibles según la medidad del amor.

Luego donde hay coacción hay poco amor. De ahí que Pio XII aconsejara formar a los seminaristas en el conocimiento de sí y en el fondo en esa vida de amor sacerdotal, prescindiendo de la apariencia de la fácil y disciplinada vida del seminario que siendo importante por sí sola no decía nada sobre el candidato salvo que era capaz de seguir una disciplina.

A ver si entendemos la diferencia entre el Cuerpo de Cristo y el Estado Hegeliano.

Miles Dei dijo...

Lo hermoso del óbolo de la viuda es que el mérito de esa pobre mujer, que echó de lo que tenía para comer en el templo, se comunica místicamente a todo el Cuerpo de Cristo enriqueciéndolo y adornándolo con aquello que falta a la Pasión de Cristo y que completamos con nuestros propios cuerpos. Los aportes materiales y espirituales menos meritorios de los que echaban de lo que les sobraba no enriquecieron tanto el amor místico de ese cuerpo, aunque entre sus paisanos serían muy bien mirados y apreciados como hombres generosísimos y piadosísimos, temerosos de Dios y sostenes del Templo (en lo material, claro).

Antonius dijo...

Pongamos en consideración este hecho con la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo: "buscad la puerta estrecha", es decir, que es ancho el camino de la perdición, y que solo unos pocos serán los elegidos.

En mi parroquia por ejemplo el párroco es muy querido y tiene muy buena reputación entre sus compañeros del clero, entre los parroquianos y no parroquianos y entre creyentes y no creyentes en general. Tiene el mérito de que ha recuperado los números de la parroquia que se le asignó y de que ahora acude mucha gente a la misma. Digamos que es un hombre que tiene cualidades carismáticas (dicho en el sentido mas objetivo) que en mi opinión atraen a la gente. En definitiva como hay número entonces automáticamente se entiende que el fruto es bueno.

Pero vayamos a la calidad del fruto. Me pregunto que pasaría si a este sacerdote se le asigna otra parroquia y se marcha de aquí. ¿Seguiríamos teniendo el mismo número? No lo se, pero personalmente opino que no (y cuanto mas ortodoxo-tradicional sea el nuevo párroco creo que peores serán los números... ). ¿Entonces? Si el fruto fuera bueno bueno entonces el número se mantendría porque a poco que el nuevo párroco mantuviera un mínimo de piedad el parroquiano entendería que acude a recibir los Sacramentos y no a recibir las dotes carismáticas del sacerdote. Yo opino que esto no resultaría ser así.

Siguiendo con la calidad y por no ahondar demasiado en el asunto... he de decir que opino que muchos de los hermanos tradicionalistas que supieran y vieran lo que servidor sabe y ve.... estarían de acuerdo en que la calidad mas bien es pobre (que el Señor me perdone por opinar con tanto atrevimiento... aunque solo es mi opinión personal... ) y me refiero a varios aspectos: liturgia, templo, predicación con el ejemplo, posiblemente doctrina, etc...

En mi opinión y experiencia personal tanto el clero como el seglar miran los números y eso ya es equivalente a buen fruto, lo cual es un error.

Yo creo que es mejor que en una parroquia acudan media docena de muy fervorosos y piadosos fieles antes que se llene el templo de tibios, irrespetuosos, fariseos e impostores.

A fin de cuentas sabemos que las apariencias no cuentan a los ojos del Señor, que a Dios no lo podemos engañar, que el buen vino suele ser escaso y discreto y que allá donde veamos multitudes y grandes números, es decir, allí donde veamos un llamativo "camino ancho", allí probablemente será difícil hablar de buenos frutos, porque por necesidad no caben las multitudes por las puertas estrechas.

Miles Dei dijo...

Una muestra de lo que ocurre: los de los numerosos frutos adoptan una política de hechos consumados.

http://divcomedia.blogspot.com/2012/01/verba-kiki.html

Pioquinto dijo...

La FSSPX no hace proselitismo entre el Novus Ordo. Sí se promociona la Santa Misa de siempre, cada vez que se puede, pero sin presión. La gente que acude a las parroquias vienen por sí solos. Los pobres hermanos de la Fraternidad de San Pedro y las misas Tradicionales diocesanas, tienen que remar contra la corriente y celebran la Misa, a pesar de los obispos. Pero Dios hablará. Lo siento por los hermanos católicos que se conviertan al kikismo, están ingresando en un culto que les empieza por controlar la vida, las relaciones, los hijos, las finanzas, toda una Watchtower en versión católica.
Saludos, Isaac.

Anónimo dijo...

Miles Dei quien va de bien en mejor(de altura en altura como dice el salmo)en su vida interior no queda ni loco ni desauciado.

Miles Dei dijo...

Algún santo hay que pasó por el manicomio.

Y el ejemplo es Cristo, que varón de dolores y colgado de un patíbulo es el ejemplo del triunfo cristiano. Así que si creen que toda vida es una linea recta material hacía arriba con grandes reconocimientos se equivocan de pe a pa. Muy hebreo ese pensamiento, por cierto.