miércoles, 25 de julio de 2012

Lefebvrianos, una decisión después del verano



La respuesta de Fellay todavía no ha llegado, pero las tres “condiciones” de la Fraternidad podrían abrir nuevos escenarios...

La respuesta del superior de la Fraternidad San Pío X al “preámbulo doctrinal” que recibió el 13 de junio no ha llegado a Roma todavía. Y aunque llegara en las próximas semanas, no sería examinada, porque el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, se va de vacaciones, así como el vicepresidente y secretario de la Pontificia comisión “Ecclesia Dei”. Después de la conclusión del Capítulo general de los lefebvrianos, seguramente Fellay se tomará algún tiempo para enviar la respuesta.
El superior de la Fraternidad, durante el encuentro de junio, había «prometido dar a conocer su respuesta en tiempos razonables». Las autoridades romanas conocen bien la situación interna conocen muy bien cuál es la situación dentro de la Fraternidad, además de las gestiones que lleva a cabo Fellay. Por ello, no tienen ninguna intención de apresurar la situación. La última versión del “preámbulo doctrinal” (que fue revisada por los cardenales del ex Santo Oficio y aprobada posteriormente por el Papa) se considera definitiva y no debería sufrir demasiadas modificaciones. En el Vaticano hacen notar que no es verdad la opinión de que con el “preámbulo” del 13 de junio represente la vuelta al primer texto, que preparó la Congregación para la Doctrina de la Fe en septiembre de 2011, en la que no se habría tomado en consideración la propuesta de la Fraternidad. «La última versión –confirma una fuente a Vatican Insider– retomó diferentes propuestas y sugerencias que formuló monseñor Fellay».
Por orden del Papa y de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dos puntos importantes fueron de nuevo incluidos en la nueva versión del “preámbulo”: el primero está relacionado con la misa según el “Novus Ordo”, es decir con el rito post-conciliar. Se pretende que los lefebvrianos reconozcan no solo la validez de la nueva misa, sino también su legitimidad. Esto no significa que no puedan criticar los abusos litúrgicos o discutir sobre la reforma litúrgica post-conciliar y su aplicación.
El otro punto tiene que ver con el Concilio y su magisterio. La Santa Sede no puede aceptar que se atribuyan “errores” a los documentos del Vaticano II, y pide que la Fraternidad distinga entre los textos del Concilio y la interpretación de los textos del Concilio, aceptando que el magisterio no puede ser juzgado por ninguna instancia –en este caso la Fraternidad–, que se convertiría en una especie de “súper-magisterio”.
«El objetivo del diálogo es la superación de las dificultades en la interpretación del Concilio Vaticano II, pero no podemos negociar con la fe revelada, esto es imposible. Un Concilio ecuménico, según la fe católica, siempre es el supremo magisterio de la Iglesia», declaró el nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, en una entrevista con «Ewtn News». «La afirmación de que las enseñanzas auténticas del Vaticano II –añadió– estén en contradicción con la tradición de la Iglesia es falsa».
En el Vaticano, mientras esperan la respuesta de Fellay, han visto con mucha atención la carta circular –reservada, pero que terminó, como pasa a menudo, en la red– que la secretaría general de la Fraternidad San Pío X envió a los diferentes distritos para explicar la postura que surgió tras el reciente Capítulo general. Las tres condiciones irrenunciables (“sine qua non”) para llegar a un acuerdo con Roma fueron formuladas en una forma que deja abiertos nuevos escenarios: por ejemplo, se subraya la petición de usar exclusivamente la liturgia de 1962, pero no se dice nada con respecto a la nueva misa.
De la misma forma, la reivindicación de la libertad para criticar, incluso públicamente, a los que cometan errores «o las novedades del modernismo, del liberalismo, del Concilio Vaticano II y de sus consecuencias» podría, a final de cuentas, tener una interpretación menos áspera de lo que parece. «Todo depende –dicen en el Vaticano– de la respuesta que monseñor Fellay enviará a Roma».

12 comentarios:

Miles Dei dijo...

El otro punto tiene que ver con el Concilio y su magisterio. La Santa Sede no puede aceptar que se atribuyan “errores” a los documentos del Vaticano II...

--------------------------
¡Albricias, ha nacido un nuevo dogma!

La inerrancia de los textos magisteriales.

Creo que Infalibilidad e inerrancia son dos conceptos distintos.

Si no se han dado cuenta se ha traspasado a los textos magisteriales todos los atributos del texto de la Sagrada Escritura. Incluso algún prelado habla de leerlos de rodillas.

Esto es la conclusión práctica de los defectos de fundamento de la mentalidad neocona dominante. Hacer de la Revelación un continuum donde el texto magisterial es la Nueva Escritura y la Nueva Tradición a modo de fuentes de este continuum.

Esto es un error (en gran parte defecto de fundamento filosófico: principio de inmanencia expresado en el historicismo) que es opone a la concepción que siempre se ha tenido en la Iglesia de la Revelación y su cierre a la muerte del último apóstol. Estamos en las jambas de la posición modernista porque ahora la fe es algo complejo en su enunciado histórico y cambia con la voluntad del magisterio al que nada ni nadie puede juzgar, ni aún el mismo depósito de la fe que el magisterio ha ido transmitiendo.

Miles Dei dijo...

Y frente a esa concepción anómala la verdad y realidad teológica de un texto inspirado:

Pero aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema.
Os lo hemos dicho antes, y ahora de nuevo os lo digo: Si alguno os predica otro evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema.


EL apóstol entiende el Evangelio como un depósito que califica al mismo que lo anuncia por muy sagrado que sea su ministerio o condición, aunque sea él mismo y los apóstoles o un envíado directo de Dios (aunque nosotros o ún ángel).

Miles Dei dijo...

Tautologías:

«La afirmación de que las enseñanzas auténticas del Vaticano II –añadió– estén en contradicción con la tradición de la Iglesia es falsa.

Tautología porque "enseñanza auténtica" significa precisamente "enseñanza conforme al depósito transmitido de la fe" y lo único que hace dicha afirmación es expresar que la falsedad es falsa. Una tautología.

Lo que se niega es que algunas proposiciones dentro de un acto de magisterio meramente auténtico pertenezcan a la enseñanza.

Por tanto no es tan simple separar la constatación del error de la interpretación o hemeneútica del texto. El que interpreta puede contemplar objetivamente un error, tal como ocurrió en las predicaciones de Juan XXII interpretadas por los católicos que las oyeron y las declararon falsas. De hecho la intención de separar hermeneútica y error es muestra de un imperio de la voluntad consrvador y temeroso del relativismo que al final ha de primar sobre cualquier hermeneútica mucho más allá del "obsequio religioso" o atención y respeto a la misión del pastor que todo miembro de la Iglesia debe tener en lo que no es de estricto asentimiento de fe, convirtiendo a dicho asentimiento (que es también del entendimiento) en un "triunfo de la voluntad" irracionalista que conduzca al desvanecimiento del depósito revelado y transmitido en la "wille zur macht" que crea la historia.

Hermenegildo dijo...

Miles: ¿cuál es la diferencia entre infalibilidad e inerrancia?

Miles Dei dijo...

Aunque a primera vista parezcan lo mismo y los tratemos como sinónimos, no lo son del todo. La infalibilidad implica no sólo la ausencia de error sino la imposibilidad de error en un sujeto mientras que la inerrancia sólo habla de la ausencia del error. Otra distinción más sutil es que la infalibilidad se aplica a las personas y la inerrancia a las cosas relacionadas con los sujetos infalibles en determinadas condiciones de autoría.

Es obvio que si el sujeto o el texto fallan en algunas de las condiciones se puede dar el error al desaparecer la infalibilidad o la referencia a la misma.

Hermenegildo dijo...

La inerrancia se predica de la Sagrada Escritura y la infalibilidad de cierto magisterio, ¿no, Miles?

Sin embargo me parecería más lógico al contrario; es la Sagrada Escritura la que no puede equivocarse.

Miles Dei dijo...

Efectivamente no todo el magisterio es inerrante como una cualidad esencial del texto porque su autor verdadero no es Dios, como es el caso de la Escritura.

Profundizar en la naturaleza de la inspiración y la naturaleza del acto magisterial evitando el error de identificar ambas acciones ayudaría a dilucidar el tema del error magisterial.

Algunas preguntas por las que se debería empezar:

-¿Como es que los pastores no producen textos inspirados desde que murió el último apóstol?

-¿Cual es la diferencia entre la predicación de un apóstol y la de un sucesor de los apóstoles?

Obviamente el que no vea diferencia en las predicaciones aludidas en la segunda pregunta, difícilmente podrá responder a la primera con coherencia, pues en ellas está jugándose el concepto de Revelación.

Hermenegildo dijo...

"La infalibilidad implica no sólo la ausencia de error sino la imposibilidad de error en un sujeto..."

Miles: entonces, ¿la infalibilidad no sería más propia de la Sagrada Escritura, que es imposible contenga algún error?

Miles Dei dijo...

La infalibilidad es propiamente del Espíritu Santo, verdadero autor de la Sagrada Escritura.

Miles Dei dijo...

Por eso la Escritura es distinta, porque nadie puede decir que el Espíritu Santo es verdadero autor de los textos magisteriales como lo es de la Sagrada Escritura.

Hermenegildo dijo...

Pero, Miles, ¿la infalibilidad no era propia del magisterio y la inerrancia, de la Sagrada Escritura?

Miles Dei dijo...

Aunque se acostumbre a decirse sólo de la Escritura, la inerrancia puede tomarse en general como ausencia de error formal en lo que dice un sujeto infalible.

La infalibilidad es propia de la Iglesia, porque su alma es el Espíritu Santo.

De ella participan en distintos niveles tres sujetos de infalibilidad ungidos por el Espíritu Santo: el Papa, los obispos y el conjunto de los fieles.

Se pueda hablar de inerrancia (ausencia formal de error) en lo que dicen estos sujetos en cuanto infalibles, pero hay que distinguir de los textos magisteriales el aspecto inerrante de la Escritura que proviene de la inspiración y de la infalibilidad de Dios mismo, que es autor.

La infalibilidad del autor de la Escritura y la inerrancia que le sigue en el texto es intrínseca por ser esencial al autor la ausencia de error y la incapacidad de equivocarse. En los seres humanos que son asistidos por el Espíritu Santo (y no inspirados al modo de la Escritura) esta infalibilidad es extrínseca y su inerrancia no es idéntica de alguna manera a la de la Escritura.