Mi pueblo ha estado siete años privado de mi presencia,
siete años de miseria y dolor.
Siete años he mendigado la caridad extranjera,
languideciendo en el Continente. Siete años no es un breve periodo.
Jamás podré recuperar esos años.
Jamás, no os quepa duda,
se extenderá el mar entre el pastor y el rebaño.
...
No soy yo quien insulta al rey.
Alguien está más alto que yo o el rey.
No es Becket de Cheapside,
no soy yo, Becket, contra quien lucháis.
No es Becket quien pronuncia el anatema,
Sino la ley de la Iglesia de Cristo, el juicio de Roma.
…
Me creéis temerario, desesperado y loco.
Razonáis según los resultados, como hace el mundo
para afirmar si tal acción es buena o mala.
Pero diferís el hecho. Para cada vida y cada acto
se puede mostrar la consecuencia de lo bueno y lo malo,
y con el tiempo se mezclan los efectos de distintas acciones.
También de igual forma se confunden al fin lo bueno y lo malo.
No es el tiempo en que será conocida mi muerte.
Fuera del tiempo ha sido tomada mi decisión,
si llamáis decisión
a lo que todo mi ser da completo consentimiento.
Entrego mi vida
a la Ley de mi Dios, por encima de la Ley del Hombre.
¡Desatrancad la puerta! ¡Desatrancad la puerta!
No estamos aquí para triunfar con la lucha, la estratagema o la resistencia.
Ni luchar con bestias, como hombres. Con la bestia luchamos ya
y fue conquistada. Sólo podemos conquistar
ahora con el sufrimiento. Es la victoria más fácil.
Ahora es cuando llega el triunfo de la Cruz. Ahora
abrid la puerta. ¡Lo mando! ¡ABRID LA PUERTA!
...
Aquí estoy.
No soy traidor al rey. Soy sacerdote.
Un cristiano salvado por la sangre de Cristo,
dispuesto a sufrir con mi sangre.
El signo de la Iglesia es siempre
el signo de la sangre. Sangre por sangre.
Su sangre fue dada para rescatar mi vida,
mi sangre es dada en pago de su muerte.
Mi muerte por su muerte.
...
Por mi Señor estoy dispuesto ahora a morir,
Para que su Iglesia tenga paz y libertad.
T.S. Eliot. Asesinato en la Catedra. Ed. Encuentro.
Hoy es la festividad de Santo Tomás Becket.
Oremos por nuestros obispos para que, siguiendo el ejemplo de Santo Tomás, sean testigos de Cristo.
Antes: Rorate Caeli
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