jueves, 22 de diciembre de 2011

¿Qué hacemos con este Magisterio?



Todos los que empañan el brillo de la fidelidad y castidad conyugal, como maestros que son del error, echan por tierra también fácilmente la fiel y honesta sumisión de la mujer al marido; y muchos de ellos se atreven todavía a decir, con mayor audacia, que es una indignidad la servidumbre de un cónyuge para con el otro; que, al ser iguales los derechos de ambos cónyuges, defienden presuntuosísimamente que por violarse estos derechos, a causa de la sujeción de un cónyuge al otro, se ha conseguido o se debe llegar a conseguir una cierta emancipación de la mujer. Distinguen tres clases de emancipación, según tenga por objeto el gobierno de la sociedad doméstica, la administración del patrimonio familiar o la vida de la prole que hay que evitar o extinguir, llamándolas con el nombre de emancipación social, económica y fisiológica: fisiológica, porque quieren que las mujeres, a su arbitrio, estén libres o que se las libre de las cargas conyugales o maternales propias de una esposa (emancipación ésta que ya dijimos suficientemente no ser tal, sino un crimen horrendo); económica, porque pretenden que la mujer pueda, aun sin saberlo el marido o no queriéndolo, encargarse de sus asuntos, dirigirlos y administrarlos haciendo caso omiso del marido, de los hijos y de toda la familia; social, finalmente, en cuanto apartan a la mujer de los cuidados que en el hogar requieren su familia o sus hijos, para que pueda entregarse a sus aficiones, sin preocuparse de aquéllos y dedicarse a ocupaciones y negocios, aun a los públicos.

Pero ni siquiera ésta es la verdadera emancipación de la mujer, ni tal es tampoco la libertad dignísima y tan conforme con la razón que comete al cristiano y noble oficio de mujer y esposa; antes bien, es corrupción del carácter propio de la mujer y de su dignidad de madre; es trastorno de toda la sociedad familiar, con lo cual al marido se le priva de la esposa, a los hijos de la madre y a todo el hogar doméstico del custodio que lo vigila siempre. Más todavía: tal libertad falsa e igualdad antinatural con el marido tórnase en daño de la mujer misma, pues si ésta desciende de la sede verdaderamente regia a que el Evangelio la ha levantado dentro de los muros del hogar, muy pronto caerá —si no en la apariencia, sí en la realidad—en la antigua esclavitud, y volverá a ser, como en el paganismo, mero instrumento de placer o capricho del hombre.

Finalmente, la igualdad de derechos, que tanto se pregona y exagera, debe, sin duda alguna, admitirse en todo cuanto atañe a la persona y dignidad humanas y en las cosas que se derivan del pacto nupcial y van anejas al matrimonio; porque en este campo ambos cónyuges gozan de los mismos derechos y están sujetos a las mismas obligaciones; en lo demás ha de reinar cierta desigualdad y moderación, como exigen el bienestar de la familia y la debida unidad y firmeza del orden y de la sociedad doméstica.

Y si en alguna parte, por razón de los cambios experimentados en los usos y costumbres de la humana sociedad, deben mudarse algún tanto las condiciones sociales y económicas de la mujer casada, toca a la autoridad pública el acomodar los derechos civiles de la mujer a las necesidades y exigencias de estos tiempos, teniendo siempre en cuenta lo que reclaman la natural y diversa índole del sexo femenino, la pureza de las costumbres y el bien común de la familia; y esto contando siempre con que quede a salvo el orden esencial de la sociedad doméstica, tal como fue instituido por una sabiduría y autoridad más excelsa que la humana, esto es, por la divina, y que por lo tanto no puede ser cambiado ni por públicas leyes ni por criterios particulares.

Encíclica Casti Connubi, Pío XI, 27.



Sí, ¿qué hacemos con este Magisterio? ¿Quién habla hoy de esto?

10 comentarios:

Antonius dijo...

Este magisterio hay que esconderlo, Isaac, negarlo, y avergonzarse de él. ¿No sabe que eso de la "continuidad" es tan solo un por decir algo? ¡Somos otra iglesia, no somos esa miserable antigualla con sus rancias doctrinas! ¿Es que no lo comprende? Con el CV2 se puso fin a la tiranía de la opresión del pasado y ahora si contamos con la verdadera revelación, con la verdad completa y auténtica, el CV2 nos ha salvado del error y ahora vivimos en la gloria. Malvados 2000 años de embustes y mentiras.

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Ironía aparte, la "emancipación" de la mujer ha sido otro de los arietes que está destruyendo (¿ha destruido ya?) la sociedad, la familia, las buenas costumbres, el hogar... y que está destruyendo también a la Iglesia. Otro ariete mas, digo, entre muchos otros, pues el asalto es total, por todos los frentes y con todas las armas. ¿Quizás sea porque el Malo sabe que le queda poco tiempo... ?

Pues que el Señor nos asista y María nuestra Madre ruegue por nosotros.

Genjo dijo...

Durante años he estado en una parroquia regentada por un cura fiel a la doctrina, piadoso y dedicado a su misión y nunca le he oído hablar en su prédica del aborto, del divorcio, de la pornografía, de la telebasura, ... y tú, Isaac, nos vienes con estas.

Miles Dei dijo...

Bueno, ese magisterio sigue vigente, sólo que matizado por una mayor comprensión del mismo en cuanto a la mutua sumisión de los cónyuges que evita la comprensión reduccionista (machista) del mismo que se pueda hacer desde planteamientos culturales patriarcales

Que no se predique es otra cosa distinta, tal como no se predica del infierno ni del pecado venial ni de la necesidad de confesar el pecado mortal y cosas similares totalmente vigentes, como tampoco se predica de la necesaria reparación a cada acto sacrílego (obvio porque no se habla tampoco del sacrilegio)

Antonius dijo...

Genjo, es que Isaac es un aguafiestas.

Terzio dijo...

Lo peor es que ocultar ese Magisterio es obviar textos neotestamentarios: El San Pablo molesto que disgusta por "incorrecto políticamente".

La nueva moral, la del post-concilio, en vez de fundamentarse en el Magisterio-Escritura-Tradición parece inspirarse en las corrientes sociales, ideologías y plantemientos de la actualidad: El siglo con todos sus movimientos y el mundo con sus tendencias.

Y por eso.

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Isaac García Expósito dijo...

Esta Encíclica es profética en algunos de sus contenidos, diría yo.

Nos quejamos de la ruina que atraviesa la institución familiar, sin embargo nadie se atreve a relacionarlo con la llamada "emancipación" de la mujer, económico - laboral, social y fisiológica.

Si antes con un sueldo vivía una familia, ahora, la mayoría de las veces, tienen que trabajar los dos. ¿Beneficiarios? Desde luego la familia no. Los empresarios, seguro.

¿Y los niños? O con los abuelos - que no es su misión - o con el Estado - que no puede sustituir al padre y a la madre -. Anejo a este problema vienen todas las soluciones imperfectas que propone el Estado para solucionar, los problemas que él mismo ha creado y promovido.

Miles: Efectivamente, el machismo es un exceso. Como recuerda precisamente esta Encíclica, el hombre ame a su mujer como Cristo a su Iglesia - ¿no tiembla con estas palabras? -.

Miles Dei dijo...

Esas palabras son de la liturgia hispana (visigoda) del matrimonio, la más completa que vieron los siglos extendiéndose más allá de la iglesia hasta el mismísimo lecho nupcial que era bendecido por los sacerdotes. ¡Como no voy a temblar! Pero no hablo sólo de amor y simbología de cabeza-cuerpo, sino de sujección mútua. Eso marea mucho más. Del mismo rito multisecular en la bendición nupcial:

Deus, qui ad propagandam generis humani progeniem in ipsis adhuc quodammodo nascentis mundi primordiis ex osse viri feminam figurasti, ut sincere dilectionis insinuans unitatem, ex uno duos faciens, duos unum esse monstrares; quique, ita prima conubii fundamenta iecisti, ut sui corporis portionem vir amplecteretur in coniuge, nec a se putaret esse diversum, quod de se cognosceret fabricatum : aspice propitiatus ab athereis sedibus et precibus nostris adsiste placatus; ut nos famulos tuos, quos coniugii copula benedicendo coniungimus, benignitate propitia benedicas et propitiatione benigne sustollas.

Oh Dios, que para propagar la familia humana, ya en los orígenes mismos del mundo modelaste a la mujer del costado de Adán, e insinuando la unidad del amor más puro, hiciste de uno dos, para mostrar que los dos son uno.

Has puesto en los primeros cimientos del Matrimonio de tal modo que el varón abraza en su esposa una parte de su propio cuerpo, y no puede pensar que le es extraño lo que sabe formado de sí mismo.

Mira propicio desde tu trono del cielo y atiende con benevolencia nuestras plegarias:

A estos hijos tuyos, a quienes mediante esta bendición unimos con el vínculo del matrimonio, santifícalos con la gracia del Espíritu Santo y acompáñalos benignamente con tu amorosa protección.

Ana dijo...

Sigan así, tratando de vivir en la Edad Media.

párvulo dijo...

Hace unos días estuve consultando antiguos libros de psiquiatría y medicina legal del siglo XIX. En el tomo segundo de la biblioteca "El heraldo médico", 1854, en la página 19 y siguientes se examinan las estadísticas de la época. Los desequilibrios y enfermedades mentales afectaban más o menos igual a hombres y mujeres, quizás ligeramente más a los hombres. Una vez "liberada", a día de hoy, la proporción de mujeres desequilibradas DUPLICA a la de hombres. Esta es la verdadera violencia contra la mujer: arrancarla de su ser, quitarle su esencia, convertirla en hombre. Y ellas contentas. Les han dicho que venimos de una época oscura y tenebrosa llamada "Edad Media". ¿No es sorprendente el esfuerzo que está gastando esta época en convencer a sus habitantes de que el pasado era horrible?

Araceli dijo...

Genjo.
¿Seguro que durante años acudiste a una parroquia, con un cura fiel al MAGISTERIO?.Mira que los sueños parecen reales, pero sueños son.
Ana.
Prefieres el planeta de ET.Miiiicaaasa.
Que Dios nos coja confesados,Y la Santisima Virgen Inmaculada, nos proteja.