martes, 8 de noviembre de 2011

Vaticano II: una explicación pendiente




En el día de ayer el blog Secretum meum mihi informaba de que, en Austria, unos cuantos laicos desafiaban a la jerarquía católica, anunciando que predicarán, consagrarán y darán la comunión en parroquias sin sacerdotes, basándose en conclusiones del Concilio Vaticano II.

Estos desmanes que se amparan en el paraguas del Concilio, ¿se deben al mismo Concilio o más bien a un espíritu que arrebató la interpretación del mismo? ¿O quizás los propios textos encierren expresiones equívocas que permitan estas deducciones erróneas?

Vaticano II: una explicación pendiente, Brunero Gherardini, ed. Gaudete, es un conjunto de ideas – fuerzas que apuntan a lo que debería ser un trabajo posterior realizado por expertos, una «reflexión histórico – crítica sobre los textos conciliares que busque las conexiones – en el caso de que efectivamente existan – con la continuidad de la Tradición católica». Para Gherardini considera todo esto como «uno de los más urgentes deberes del magisterio eclesiástico, de cada obispo y de los centros culturales católicos, para el bien de la Iglesia. A este deber se une el derecho del entero pueblo de Dios a que le sea explicitado con claridad y objetividad qué ha sido el Vaticano II en el plano histórico, ético y dogmático. Está en juego la fe y el auténtico testimonio cristiano».

Gherardini espiga aquí y allá, tocando diversos asuntos del Concilio, desde la naturaleza del Concilio - al que califica de pastoral -, hasta la Constitución Dogmática Lumen Gentium – quizás la parte más demoledora y brillante del libro -, pasando por la reforma litúrgica, el ecumenismo y, especialmente por el tema de la «hermenéutica» del Concilio. Precisamente en este punto, Gherardini pone la herméutica de la ruptura en relación con el modernismo. Pero, los documentos y los padres conciliares, ¿estaban acaso infectados de modernismo?:
Después de cuanto he dicho a propósito del Vaticano II, a quien me preguntase si en última instancia la atrofia modernista anidaba también en los documentos conciliares y si los Padres mismos estuvieron más o menos infectados, debería responder tanto con un no como un sí.

No, porque el aliento sobrenatural no está de ninguna manera ausente del Vaticano II gracias a su confesión trinitaria, a su fe en la encarnación y redención universal del Verbo, al profundo convencimiento sobre la de la universal llamada a la santidad, a la reconocida y profesada causalidad salvadora de los sacramentos, a su alta consideración del culto litúrgico y de un modo especial del eucarístico, a la sacramentalidad salvífica de la Iglesia, a la devoción mariana teológicamente alimentada.

Pero también sí, porque no pocas páginas de los documentos conciliares tienen el aire de los escritos e ideas del modernismo – véase sobre todo GS – y porque algunos de los Padres conciliares – y no entre los menos significativos – no escondían una abierta simpatía por antiguos y nuevos modernistas, manifestaban frecuentemente comprensión y entusiasmo por las ideas de vanguardia y no vacilaban en suprimir hasta el recuerdo del ya lejano antimodernismo, del Sodalitium pianum y del mismo San Pío X» (pp. 69 – 70)
Reflexiona Gherardini sobre la posibilidad real de la hermenéutica de la continuidad. El problema es demostrar si el Concilio no se excedió de los límites marcados por la Tradición (p. 79). Si el Concilio no se salió del camino de la Tradición entonces no habría problema, sin embargo, afirma Gherardini, «del Vaticano II podrá decirse de todo excepto que haya sido la pura y simple repetición del precedente magisterio. En efecto, hubo novedades – y obviamente hay – tantas, que inducen la sospecha contraria» (p. 78).

(…) «Sin duda, la interpretación del Vaticano II será verdaderamente teológica solamente si logra evidenciar la relación de continuidad – y mejor si es de continuidad evolutiva – con toda la Tradición de la Iglesia, desde su fase apostólica a hoy y no por reducir el concilio a punto de encuentro de todas las teologías, las clásicas y las «del genitivo» (p.79).
Como he dicho el libro de Gherardini es vectorial: lanza ideas, abre caminos para lo que sería un estudio posterior. No es el espléndido y denso libro de Amerio, Iota Unum, sin embargo es un libro que plantea los interrogantes que sostengan una reflexión posterior.

Vaticano II: una explicación pendiente. Brunero Gherardini. Ed. Gaudete. Para comprar el libro: aquí.

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