martes, 20 de septiembre de 2011

Magisterio caduco


En los últimos años el Concilio Vaticano II ha llegado a parecer una prolongación del Credo, llegándose a pedir fidelidad al Concilio Vaticano II, signifique esto lo que signifique. Lo que no se ha terminado de aclarar cómo es posible que, de los cuatro textos principales emanados por el Concilio, dos de ellos sean dogmáticos – Lumen Gentium y Dei Verbum -, uno sea pastoral – Gaudium et Spes – y otro no sea nada – Sacrosanctum Concilium -.

Que el Concilio Vaticano II es un Concilio problemático y que representa un hito dentro del desarrollo del modernismo en la Iglesia, es algo que nadie pone en duda. Lo que resulta tremendo es, cómo se pide fidelidad a un Concilio, mientras que los obispos no tienen ningún problema en desobedecer las instrucciones del último Papa santo, San Pío X.

 En el Decreto Quam Singulari, San Pío X mandó que:

la edad de la discreción para la Comunión es aquella, en la cual el niño sepa distinguir el Pan Eucarístico del pan común y material, de suerte que pueda acercarse devotamente al altar. Así, pues, no se requiere un perfecto conocimiento de las verdades de la Fe, sino que bastan algunos elementos, esto es, algún conocimiento de ellas; ni tampoco se requiere el pleno uso de la razón, pues basta cierto uso incipiente, esto es, cierto uso de razón. Por lo cual, la costumbre de diferir por más tiempo la Comunión y exigir, para recibirla, una edad ya más reflexiva, ha de reprobarse por completo –y la Sede Apostólica la ha condenado muchas veces–. Y así el Papa Pío IX, de f. m., en la carta del Cardenal Antonelli a los Obispos de Francia, fechada el 12 de marzo del año 1866, reprobó severamente la costumbre que se introducía en algunas diócesis de retardar la primera Comunión hasta una edad más madura y predeterminada. La Sagrada Congregación del Concilio, el día 15 de marzo de 1851, corrigió un capítulo del Concilio Provincial de Ruán, que prohibía a los niños recibir la Comunión antes de cumplir los doce años. Con igual criterio se condujo esta Sagrada Congregación de Sacramentos en la causa de Estrasburgo, el día 25 de marzo de 1910, en la cual se preguntaba si se podían admitir a la Sagrada Comunión los niños de catorce o de doce años, y resolvió: “Que los niños y las niñas fuesen recibidos a la Sagrada Mesa tan pronto como llegasen a los años de la discreción o al uso de la razón”.


Y además, prescribió las siguientes normas obligatorias:


10. Bien considerados estos antecedentes, esta Sagrada Congregación de Sacramentos, en la sesión general celebrada en 15 de julio de 1910, para evitar los mencionados abusos y conseguir que los niños se acerquen a Jesucristo desde sus tiernos años, vivan su vida de El y encuentren defensa contra los peligros de la corrupción, juzgó oportuno establecer las siguientes normas, sobre la primera comunión de los niños, normas que deberán observarse en todas partes:

I) La edad de la discreción, tanto para la confesión como para la Sagrada Comunión, es aquella en la cual el niño empieza a raciocinar; esto es, los siete años, sobre poco más o menos. Desde este tiempo empieza la obligación de satisfacer ambos preceptos de Confesión y Comunión.

II) Para la primera confesión y para la primera Comunión, no es necesario el pleno y perfecto conocimiento de la doctrina cristiana. Después, el niño debe ir poco a poco aprendiendo todo el Catecismo, según los alcances de su inteligencia.

III) El conocimiento de la religión, que se requiere en el niño para prepararse convenientemente a la primera Comunión, es aquel por el cual sabe, según su capacidad, los misterios de la fe, necesarios con necesidad de medio, y la distinción que hay entre el Pan Eucarístico y el pan común y material, a fin de que pueda acercarse a la Sagrada Eucaristía con aquella devoción que puede tenerse a su edad.

IV) El precepto de que los niños confiesen y comulguen afecta principalmente a quienes deben tener cuidado de los mismos, esto es, a sus padres, al confesor, a los maestros y al párroco. Al padre, o a aquellos que hagan sus veces, y al confesor, según el Catecismo Romano, pertenece admitir los niños a la primera Comunión.

V) Una o más veces al año cuiden los párrocos de hacer alguna comunión general para los niños, pero de tal modo, que no sólo admitan a los noveles, sino también a otros que, con el consentimiento de sus padres y confesores, como se ha dicho, ya hicieron anteriormente su primera Comunión. Para unos y para otros conviene que antecedan algunos días de instrucción y de preparación.

VI) Los que tienen a su cargo niños deben cuidar con toda diligencia que, después de la primera Comunión, estos niños se acerquen frecuentemente, y, a ser posible, aun diariamente a la Sagrada Mesa, pues así lo desea Jesucristo y nuestra Madre la Iglesia, y que los practiquen con aquella devoción que permite su edad. Recuerden, además, aquellos a cuyo cuidado están los niños, la gravísima obligación que tienen de procurar que asistan a la enseñanza pública del Catecismo, o, al menos, suplan de algún modo esta enseñanza religiosa.

VII) La costumbre de no admitir a la Confesión a los niños o de no absolverlos nunca, habiendo ya llegado al uso de la razón, debe en absoluto reprobarse, por lo cual los Ordinarios locales, empleando, si es necesario, los medios que el derecho les concede, cuidarán de desterrar por completo esta costumbre.

VIII) Es de todo punto detestable el abuso de no administrar el viático y la extremaunción a los niños que han llegado al uso de la razón, y enterrarlos según el rito de los párvulos. A los que no abandonen esta costumbre castíguenlos con rigor los Ordinarios locales.
En España la edad de la comunión hace mucho tiempo que dejó de ser los 7 años. La primera comunión, se recibe a los 10 años, tras unas catequésis - inanes, por otro lado - de tres años.

¿Están nuestros hijos incapacitados para recibir la comunión a los 7 años? ¿O será que ese Decreto ha caducado?

El caso es que parece que la memoria de los obispos parece no alcanzar a los decretos anteriores al Vaticano II.

O sea.

12 comentarios:

P. Albrit dijo...

Muchos sacerdotes nos encontramos entre la espada y la pared: constatamos cómo cuanto más mayores son, más pícaros y suspicaces se vuelven... La ausencia de Cristo en sus vida se nota, y deja lugar, por decirlo brevemente, al Malo.
Pero los obispos mandan otras cosas, y como tampoco están tan bien preparados los niños, pues nos sujetamos a obediencia, esperando que quien pueda cambiar esas cosas, las cambien.

Dios le bendiga, Isaac!

Miles Dei dijo...

Curiosamente el derecho hace responsables del cumplimiento del precepto pascual a los niños con uso de razón no a los obispos o curiales de diversos dicasterios, sino a los párrocos y padres.

Así que no hay excusa de obediencia.

Martin Ellingham dijo...

Se quejan de la influencia paganizante del ambiente y les niegan a los niños el mejor antídoto posible contra esa paganización.

Recuerdo que sugerí a mi compadre que iniciara a su ahijado en el rito bizantino de manera que recibiera los tres Sacramentos de la iniciación cristiana completa, y estuviera así mejor pertrechado para el combate...

Saludos.

Miles Dei dijo...

Eso es parte del neopelagianismo en que vivimos en la Iglesia. La cosa es más seria si tomamos el tema de la confesión, pues se asume directamente por muchos que los niños no pueden pecar gravemente y lo que es peor, se muestra que se desconoce la conveniente necesidad para un fiel de confesar los pecados veniales en orden a la vida en la gracia.

Giuseppe dijo...

1)Cada vez hay menos comuniones, de hecho tendría que llamarse "Primera y última comunión", porque nadie vuelve a pisar la Iglesia, a no ser por entierros de familiares, amigos, etc.Así están las cosas.Si no van a volver, ¿para qué hacerles hacer a los niños la comunión, si en su hogar, la Fe, no está firmemente establecida?, pero los padres, tibios son así.
2)No creo que un niño entre 0-6 años pueda pecar gravemente.Discrepo en eso.Recuerdo cuando me confesé para primera comunión y no podía decir nada.Puede que los niños de hoy estén más corruptos.Es una tema a debatir.De hecho el limbo ha sido eliminado.Qué pecado puede haber en un no nacido?

P. Albrit dijo...

Miles Dei: Hombre, obediencia al derecho particular, que apareció en el Boletín oficila del Obispado la normativa... Los toros se ven mejor desde la barrera, eh.

Giusseppe: hasta los 6 años, según casos... pero ¿a qué edad se empieza a mentir a sabiendas? Los niños también "componen" para que no les regañen. Con 7 años, muchos niños ya han pecado gravemente, de desobediencia, de mentira... Yo mi primera confesión fue un primor, una antología.

Don Martin: Genial el argumento, me lo copio.

Anónimo dijo...

Giuseppe: ¿Y donde va el alma de un niño no bautizado...? Y me refiero especialmente (pero no exclusivamente) sobre todo a esos niños asesinados por su propia madre dentro del propio vientre.

Giuseppe dijo...

Antonius, pregúntelo, al Vaticano, que fue el que dió la noticia.Más bien decía, no que no exista; sino que ya no es dogma, o que allá cada uno, si necesita de su creencia en él o no.Soprendente.
Obviamente "antiguamente", era el limbo.

Anónimo dijo...

Bueno, me disculparán las citas, pero el catecismo de la iglesia conciliar vuelve a ser polémico (una vez mas) con respecto a la enseñanza de la Tradición.

La Tradición dice que fuera de la Iglesia no hay salvación y eso sí que es dogma y es infalible. Luego, un niño no nacido no está bautizado. Así que tenemos que 2 mas 2 suman 4. El neo-catecismo viene a decir que las almas de los niños sin bautizar quedan encomendadas a la misericordia divina, y ya no recuerdo muy bien si añadía algo sobre esperar que sean aceptadas en el cielo esas pequeñas almas. Pido disculpas porque cito de memoria y me puedo estar equivocando. Lo único que se me ocurre es el bautismo de intención, y no se si se le acerca.

El asunto es MUY grave porque podríamos pensar que ya que Dios es misericordioso y lleva esas pequeñas almas al cielo entonces realmente la preocupación no sería tanta. Pero con la clara doctrina de la Tradición vemos la dimensión real de la situación: mas de cien mil niños al año asesinados por sus propias madres en el vientre materno solo en España, y cientos de miles de almas a las que se les niega la visión beatífica porque ni siquiera se les dio la oportunidad de ser bautizadas.

Yo me pregunto: ¿Cual fue la causa de la guerra civil en España el siglo pasado? ¿No es esto causa mayor para levantarse santamente en armas? Pero estamos podridos hasta la médula, podridos como individuos, como nación y como Iglesia. Hablo de España principalmente, pero obviamente que se puede generalizar tranquilamente.

Por último, eso de que "ya no es dogma": ¿como se come? ¿Es cierto que el Vaticano ha hablado en esos términos? Me cuesta creer tanta torpeza. O mejor no, retiro lo dicho, no me cuesta tanto, podría ser. Además que yo sepa ni antes ni después la Iglesia se pronunció infaliblemente sobre el limbo de los niños pero creo que la doctrina mas probable es su existencia, que no es el cielo pero tampoco el infierno. El que sepa que por favor corrija.

Perdón por salirme del tema.

Miles Dei dijo...

El derecho particular no puede anular el derecho universal de los fieles. Como padre de una hija en edad de comunión se muy bien lo que significa el asunto y lo que es tener que ir de sacerdote en sacerdote a ver si alguno confiesa a la niña, mientras como padre tengo que ver los estragos del pecado original -muy magnificados desde que se alcanza el uso de razón- y que no se le de el remedio necesario de la eucaristía hasta los 9 años. Ni siquiera le han enseñado a hacer una comunión espiritual, cosa con la que la mantengo desde años antes del uso de razón.

Los niños no tienen porqué estar preparados de modo excelente. Del mismo modo que para aplicar una medicina sólo hace falta la voluntad de sanar y saber que el que te cura es el médioo del alma, es relativamente poco lo que el niño ha de saber para poder comulgar. De hecho es cuestión más de saber a quien recibe y qué quiere recibirlo para ser uno con él. Mi experiencia es que los niños entienden muy bien el tema de Cristo obrando en nosotros y como la comunión es la fuerza motriz de esa presencia activa. Como son niños no le dan vueltas metafísicas al coco y resuelven con la sencillez del niño las grandes controversias teológicas sobre la gracia.

Giuseppe dijo...

Antonius, lea esta entrevista al secretario de la doctrina de la fe actual, Luís.F.Ladaria.En ella habla de esta cuestión.
www.revistaecclesia.com/content/view/6802/63

Quiero aclarar, que siento un gran aprecio por la obra de Luís.F.Ladaria, sobre San Hilario de Poitiers, que por cierto se ha publicado hace poco, el "Comentario al evangelio de San Mateo" traducido por éste.Es un gran intelectual, a pesar de sus tics progres, le gusta Karl Rahner, etc.

Giuseppe dijo...

No se ha editado el numero completo del link, que es:
6802/63/
última raya diagonal incluida.