domingo, 31 de marzo de 2013

Surréxit Dóminus vere, Allelúia.



Y por ello es necesario que creamos, no sólo que se hizo hombre y murió, sino que resucitó de entre los muertos. Y por eso se dice: Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Vemos que muchos resucitaron de entre los muertos, como Lázaro, el hijo de la viuda y la hija del archisinagogo. Mas la resurrección de Cristo difiere de la resurrección de éstos en cuatro cosas.

Primero, en cuanto a la causa de la resurrección, pues los otros que resucitaron, no resucitaron por su propia virtud, sino por la de Cristo o por las preces de algún santo. Pero Cristo resucitó por su propia virtud, pues no sólo era hombre, sino también Dios; y al Divinidad del Verbo nunca se separó ni del alma ni del cuerpo. Y por eso, cuando quiso, reasumió el cuerpo al alma y el alma al cuerpo: Tengo poder para exponer mi alma y tengo poder para asumirla de nuevo (Jn 10,18). Y, aunque murió, esto no fue por debilidad o por necesidad, sino por virtud, porque fue voluntariamente. Y esto es claro, pues cuando expiró, clamó con una gran voz, cosa que no pueden hacer otros moribundos, porque mueren por debilidad. Por donde el Centurión dijo: Verdaderamente éste era Hijo de Dios (Mt 27,54). Y así como por su virtud expuso su alma, así por su virtud lo recibió. Y por eso se dice que «resucitó» y no fuese resucitado, como por otro: «Yo me dormí y tuve un sueño profundo y me levanté» (Sal 3,6). Y esto no es contrario a lo que se dice en Hch 2,32: A este Jesús lo resucitó Dios, pues también lo resucitó el Padre y el Hijo, porque el poder Padre y del Hijo es el mismo.

En segundo lugar, difiere en cuanto a la vida a la que resucitó porque Cristo (resucitó) a una vida gloriosa e incorruptible, como dice el Apóstol en Rom 6,4: Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre; mas los otros (resucitaron) a la misma vida que tenían antes, como se ve por Lázaro y los demás.
En tercer lugar difieren en cuanto al fruto y la eficacia, puesto que por la virtud de la resurrección de Cristo resucitan todos: Muchos cuerpos de los santos que habían muerto resucitaron (Mt 27,52); y el Apóstol dice en 1 Cor 15,20: Cristo, primicias de los que duermen (el sueño de la muerte), resucitó de entre los muertos. Mas piensa que Cristo llegó a la gloria por su pasión: ¿Acaso no convino que Cristo padeciera así y de este modo entrase en su gloria? (Lc 24,26). Y atiende a que Cristo vino para enseñarnos cómo podremos llegar a la gloria: Hch 14,21 dice: por muchas tribulaciones conviene que entremos en el Reino de Dios.

En cuarto lugar se diferencia en cuanto al tiempo, puesto que la resurrección de los demás se difiere hasta el fin del mundo, a no ser que a algunos se les conceda por privilegio, como a la Sma. Virgen y, como piadosamente se cree, a S. Juan Evangelista. Pero Cristo resucitó al tercer día. La razón de lo cual es que la resurrección y la muerte y la natividad fueron por nuestra salvación; y por eso quiso resucitar cuando se hubiese cumplido nuestra salvación. Mas si hubiese resucitado inmediatamente, no se habría creído que hubiese muerto. Y así mismo, si hubiese tardado mucho, los discípulos no habrían permanecido en la fe; y así la utilidad de su pasión habría sido nula: ¿Qué utilidad hay en mi sangre, mientras bajo a la corrupción? (Sal 29,10). Y por eso resucitó al tercer día, a fin de que se le creyese muerto y para que los discípulos no perdiesen la fe.

De aquí podemos deducir cuatro cosas para nuestra edificación.

Primero, que nos preocupemos de resurgir espiritualmente de la muerte del alma, en la que incurrimos por el pecado, a la vida de la justicia (o santidad), que se obtiene por la penitencia. El Apóstol (dice) en Ef 5,14: Despierta tú, que duermes, y levántate de los muertos y te iluminará Cristo. Esta es la resurrección primera, (de la que dice en) Ap 20,6: Dichoso el que tiene parte en la resurrección primera.

En segundo lugar, que no diferamos el resurgir hasta (la hora de) la muerte, sino pronto, pues Cristo resucitó al tercer día: No tardes en convertirte al Señor y no lo difieras de un día para otro (Eclo 5,8), puesto que, oprimido por la enfermedad, no puedes pensar en lo que toca a la salvación; y también porque pierdes la participación en todas las obras buenas que se hacen en la Iglesia e incurres en muchos males por perseverar en el pecado. Además el diablo, cuanto más tiempo (te) posea, tanto más difícilmente (te) dejará, como dice S. Beda.

En tercer lugar, para que resurjamos a una vida incorruptible; a saber, para que no muramos de nuevo; esto es: que (vivamos) en tal propósito de modo que no pequemos en adelante: Cristo, resucitando de entre los muertos, ya no muere más: la muerte no le volverá a dominar (Rom 6,9); y más abajo (v. 11 – 13): Así también vosotros, consideraos muertos al pecado, viviendo para Dios en Cristo Jesús. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus concupiscencias; ni tampoco ofrezcáis vuestros miembros al pecado como armas de la iniquidad; sino ofreceos a Dios como vivos (sacados) de los muertos.

En cuarto lugar, a fin de que resurjamos a la vida nueva y gloriosa; a saber, para que evitemos todas aquellas cosas que antes fueron ocasión y causa de la muerte y del pecado: (Que) como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, también nosotros caminemos en una novedad de vida (Rom 6,4). Esta vida nueva es la vida de la justicia (o santidad), que renueva el alma y conduce a la vida de la gloria. Amén.

Santo Tomás de Aquino, Exposición del Símbolo de los Apóstoles (a.6). Opúsculos y cuestiones selectas (IV) pp. 992 – 995; ed. BAC.



Feliz Pascua de Resurrección.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Impresionante Santo Tomás.

Gracias por publicar tan edificante lectura.

Anónimo dijo...

ESTIMADO HERMANO CARLOS SLIM:
Solicito la ayuda económica a la iglesia católica romana de 100 millones de dólares y a la parroquia San José del municipio de San José Pinula del departamento de Guatemala de mi país Guatemala de la América Central con 5 millones de dólares porque soy el profeta Elías del ecumenismo cristiano eclesiastico.

Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.