miércoles, 5 de octubre de 2011

Mejoramiento social

Continuando con el tema de ayer, las declaraciones de Rouco mostrando su confianza en un aumento de las vocaciones sacerdotales y matrimoniales gracias a una evolución social, cabe preguntarse cuáles son el origen de tales opiniones. Lo mejor será buscar en Rousseau, el triunfador de triunfadores ilustrados.

Rousseau pensaba que el hombre es naturalmente bueno, es la sociedad quién lo pervierte. En Rousseau el amor del individuo a sí mismo es siempre bueno, fuera de la intervención de la sociedad.

Santo Tomás de Aquino enseña, por otro lado, que el hombre es una mezcla de bondad natural nacida de Dios y de pecado, que tiene su origen en la deficiencia del hombre. El amor a sí mismo, aunque bueno, está viciado en sí mismo por el egoísmo. Por ende, el amor a sí mismo tiene necesidad de una purificación cuyo principio no es otro que el sometimiento al juicio de Dios, «a su luz de verdad, y por la confesión de la falta, que opera la conversión por la acción de la gracia», como explica Pinckaers.

También la sociedad presenta esta mezcla de vicio y virtud. Virtud en cuanto tiene su origen en la inclinación natural buena que tiende a crear la amistad entre los hombres; vicio en cuanto el pecado del hombre se prolifera por la multiplicación de las relaciones con sus congéneres. De ahí que la sociedad, como el hombre, necesite de una purificación y una conversión.

¿Puede una sociedad viciosa, de estructuras viciosas, desarrollarse naturalmente hacia una sociedad virtuosa? No. Es como si el hombre quisiese salir del estado de pecado por sus propios medios.

El cardenal de Madrid no es un roussoniano, sin embargo padece, como muchos otros hombres de Iglesia, el mismo defecto de aceptar un lenguaje moderno sin crítica.

2 comentarios:

Pioquinto dijo...

No cuesta ningún trabajo emitir declaraciones triunfalistas. Sobre todo , despúes de unas "espectaculares" JMJs, donde brilló por su ausencia el recato, la modestia y el recogimiento. Actualmente, los inefables kikos se llevan buena parte de las vocaciones, por la maquinaria de propaganda que manejan y por la estructura de culto que desarrollan. No me extrañaría que de allí parta el próximo cisma de la Iglesia.
Msr. Rouco de ha caracterizado por su inquina a la Misa de siempre, pero no tiene bases para afirmar que todo se va a revertir, sobre todo cuando los estadísticos afirman que cuando el crecimiento de la población alcanza un índice crucial, el decrecimiento de la población es irreversible. Saludos.

Miles Dei dijo...

No se engañe Isaac, lo que es un efecto (hablar con el lenguaje de la modernidad de forma acrítica) no debe ser confundido con la causa. Ya en temas como la lucha civil de la conciencia del católico ante la ley injusta el arzobispo de Madrid se mostró totalmente iusppositivista y alegó que lo coherente era dimitir para el católico enfrentado por su puesto a una ley injusta. Eso ya no es una confusión de términos, sino de principios donde se admite que el Estado puede emitir leyes inmorales y que estas obliguen en conciencia de modo que haya que dimitir por no poder cumplirlas.

Ahora es más de lo mismo. El naturalismo que se muestra iuspositivista en el tema legal, se muestra pelagiano en el tema de la gracia. No es Dios el que envía operarios a la mies (cosa por la que hay que rezar y laborar, pidiendo a Dios y suscitando en las almas nobles y capaces la vocación). Ahora es un mero producto de una sociedad que ha evolucionado. El error de Pelagio está aquí tal cual. La gracia es la mera capacidad humana realizada en perfección de esta naturaleza histórica.