miércoles, 26 de octubre de 2011

Adiós al latín

El abandono del latín fue una gran pérdida, debida no tanto al Vaticano II, que había dispuesto exactamente lo contrario, como a su posibilismo, a su predisposición a abrirse a todo lo que fuese - o pareciese - una exigencia del hombre. Los hombres del postconcilio, Papas incluidos, se dedicaron a llevar a cabo este posibilismo. Yendo conscientemente más allá de la letra del concilio, Bugnini, como de constumbre, legitimó su posición declarando que "ningún elemento de la acción sagrada [se refería sobre todo al canon de la misa, tradicionalmente cubierto por la llamada disciplina del arcano] tiene sentido en una lengua que el pueblo no comprenda. Quien no comprendía las cais infinitas capacidades espirituales del hombre y especialmente las de la religiosida popular, era él. El pueblo puede no comprender ni el sonido ni el sentido de las palabras: sin embargo, situado ante la acción sagrada e implicado espiritualmente en ella - escribió en Studium Romano Guardini -, contempla y adora. Téngase en cuenta, además, la extendida utilización de misales bilingües, que ponía al pueblo en condiciones de seguir la acción sagrada no sólo según el espíritu, sino también según la letra. Resulta por tanto incompresible como Pablo VI llegó a dar su ambiguo sí a la supresión del latín. El primer paso es del 21 de abril de 1964: sí a la lengua vernácula, con excepción del prefacio y del canon. El segundo paso es del 27 de abril de 1965: sí a la lengua vernácula, si las conferencias episcopales lo deciden. El tercer paso es del 10 de agosto de 1967: sí también al canon en lengua vernácula, sin omitir el habitual ditirambo al latín ni las acostumbradas expresiones de lamento que hacen imposible la misma comprensión de la supresión. Pero haabía una razón para todo ello.

Y esa razón ha de reconocerse en esa "simpatía por el hombre" que convirtío la adopción de las lenguas vernáculas en un momento y un aspecto del encuentro entre el Dios que se hace hombre y el hombre que se hace Dios. Todo el concilio, declaró Pablo VI, estaba dominado por esa simpatía, y por eso en la alocución del 7 de diciembre de 1965 se sintió con derecho a cantar un himno al "nuevo humanismo" y de confesar al mundo: "También nosotros, y más que nadie, somos estudiosos del hombre" (8). Y sobre la no ya pura y simple simpatía, sino auténtica devoción wojtyliana por el hombre no diré ma´s que duró un cuarto de siglo y quine vivió en ese período lo percibió con claridad.

 

Vaticano II: Una explicación pendiente. Brunero Gherardini. Producciones Gaudete, pp. 142 -143.

Aquí, para comprar el libro.

4 comentarios:

Pioquinto dijo...

Para los iconoclastas era imperativo echar abajo todo lo que oliera a Tradición. En algunas parte de EEUU, prácticamente echaron abajo los altares a golpe de marro, rompiendo salvajemente el mármol que los recubría y poniendo la mesa aggiornada en el medio. Fué el primer paso. El segundo paso, acabar con el latín. Tercer paso, que el sacerdote viera a los fieles y diera la espalda a Dios. Y por último, ya no mencionar el sacrificio en la cruz y cambiarlo por la "Cena del Señor". Tal como lo hicieron Lutero y Cranmer. Cualquier parecido entre unos y otros, es mera coincidencia. Saludos. Curiosamente , el latín está regresando con fuerza a EEUU a las escuelas preparatorias, hay gran demanda de profesores de latín. Y todo, por las razones equivocadas: los hechizos de Harry Potter en latín.

Miles Dei dijo...

Lo impresionante es que el adiós al latín se abre con una de las más profundas enseñanzas del magisterio de todos los tiempos sobre la lengua latina, la Veterum Sapientia de Juan XXIII. Promulgada y anulada antes de ser aplicada es toda una muestra de la paradoja conciliar. Es mejor ceder la palabra a Romano Amerio en Iota Unum:

Juan XXIII pretendía con la Veterum Sapientia operar un repliegue de la Iglesia sobre sus principios, siendo en su mente este repliegue una condición
para la renovación de la Iglesia en la peculiaridad propia del presente articulus temporum. El Papa atribuyó al documento una importancia especialísima, y
las solemnidades de que quiso revestir su promulgación (en San Pedro, en presencia del colegio cardenalicio y de todo el clero romano) no tienen igual
en la historia de este siglo.

(...)

El Papa, que primero la instaba, ordenó que no se exigiese su ejecución; aquellos a quienes les hubiese correspondido por oficio hacerla eficaz secundaron
la debilidad papal, y la Veterum Sapientia, cuya oportunidad y utilidad tan altamente se habían exaltado, fue del todo abrogada y no es citada en ningún documento conciliar.
En algunas biografías de Juan XXIII se la silencia del todo, como si no existiese ni hubiese existido, mientras los más protervos la mencionan
solamente como un error. Y no hay en toda la historia de la Iglesia ejemplo de un documento tan solemnizado y tan pronto lanzado a las Gemonias.
Queda solamente el problema de si su cancelación de libro viventium haya sido consecuencia de una falta de sabiduría al promulgarla o de una falta de valor para exigir su ejecución.

Miles Dei dijo...

Adiós a la fe...

http://divcomedia.blogspot.com/2011/10/no-santo-padre-no-y-mil-veces-no.html

Giuseppe dijo...

Los Papas anteriores, se decidieron con plena conciencia por el modernismo, y el pensamiento democrático.La obsesión por el pueblo, que se dice.Obviamente las masa está por formada por los más incompetentes, de ahí la obsesión por degradar todo misterío, que ésta no pueda comprender y que en su ignorancia, llama a todo lo que no puede comprender "privilegio".
En resumen, se trata de la obsesión moderna de poner al alcance de "todo el mundo", cualquier cosa, de reducir lo superior a lo inferior, de vulgarizar o popularizar que es lo mismo, el misterio y que el rebaño ve como amenaza y privilegio debido a su ignorancia.
De esta manera, ya no es la gente la que tiene que hacer un esfuerzo, para salir de su estado de desconocimiento, no; hay que rebajarlo todo al nivel de las inteligencias más inferiores, para que éstas, se hagan las cosas a su imagen y semejanza.Cuando tendrían que ser ellos, los que trabajasen, como hacemos todos, para ir subiendo, comprendiendo, cada día más, con la ayuda del Espíritu Santo.
En el fondo, esta obsesión por el pueblo y la Teología de la Mierdolación, perdón, Liberación, no es más que exigir que Cristo se adapte, configure al mundo, a su soberbia, idiotez, mezquindad, materialismo, hacerlo a su imagen.
Cuando es justamente al revés.Puro Satanismo.