sábado, 22 de octubre de 2011

Acotaciones a la nota episcopal

Impresiones surgidas a raíz de la nota episcopal ante las elecciones generales. Los números se corresponden con el escrito de la CEE.


1.- El primer desliz que cometen es que convierten la emisión del voto con un deber moral, cosa errónea. Un derecho no se pierde por no ejercerlo. El voto no es un deber. En un sistema democrático – u oligárquico, como el español – el no votar es una opción. Puede ser la manera de demostrar el descontento con el sistema, por su injusticia. Si el voto es un deber, una obligación, entonces hay que optar por un partido o por el voto en blanco. En España el voto en blanco favorece a la mayoría, luego en este caso, el que no esté de acuerdo con partido alguna, lo mejor que hace es no votar.

 2.- Los obispos, dejan libertad para que en conciencia, cada persona vote a la opción que crea más conveniente «para obtener, en conjunto, el mayor bien posible en este momento». Olvidan los obispos dos cosas fundamentales: la primera, que la conciencia hay que formarla y, segundo, que el Bien Común no es la resolución a un problema de maximización – o minimización -: esto es utilitarismo.

 Resulta sorprendente que los obispos apelen a los fundamentos «prepolíticos» y no a los metafísicos, que es lo que correspondería a un pensador católico. En el debate desarrollado en el año 2.004 entre Habermas y Ratzinger, sobre este tema, mientras que Ratzinger apelaba a la metafísica como fundamentación del orden ético, político y jurídico, Habermas hablaba, precisamente de estos fundamentos «prepolíticos». ¿Cuáles son las fuentes de nuestros obispos?

 5.- Este punto es el más neblinoso ya que arrastra toda la confusión de la modernidad. Primero, la vida no es un fin en sí mismo, sino un medio para un fin moral, de ahí que quitar la vida no arrebate al hombre del fin trascendente para el que ha nacido y el que, precisamente, constituye su dignidad. En el caso del aborto nos encontramos con que se está eliminando la vida de un inocente. Apelar al derecho a la vida nos llevaría a colisionar, en el caso grave de elegir por causa de peligro de muerte, entre la madre y el hijo: los dos tendrían derecho a vivir. ¿Cuál es el que prevalece? Éste es el engaño que fundamenta la reforma abortista de la Constitución española. Sin embargo la clave aquí es que se elimina a un inocente y el derecho, cuyo objeto es la justicia, no puede amparar el asesinato de un inocente ya que entonces se vuelve injusto.

El derecho a la vida no es absoluto en cuanto existe la pena de muerte como defensa de la sociedad a eliminar al delincuente y que, esta defensa supone todos los medios necesarios para llevarla a cabo.

También resulta llamativo la falta de síntesis; así, en vez de usar el concepto «divorcio», usan la siguiente perífrases: «en un matrimonio estable, que no quede a disposición de la voluntad de las partes ni, menos aún, de una sola de las partes». Finalmente, hay una falta de contundencia a la hora de proclamar que el único matrimonio válido es el de un hombre con una mujer, para siempre.

8. Esto es una muestra de la confusión conceptual existente en las mentes que habitan Añastro. Un nacionalismo en cuanto tal, es separatista. Un nacionalismo no quiere una nueva «configuración de la unidad del estado español», quiere ser una nación libre e independiente porque así lo consideran sus habitantes. Una vez más, abandonamos la realidad para caer en un idealismo.
Conclusión: para este viaje no se necesitan alforjas.

2 comentarios:

Miles Dei dijo...

Para mí, unos obispos que prescinden de la Revelación de Dios a los hombres (de la cual son depositarios y custodios) para ponerse a filosofar del derecho, pues no son magisterio, sino eso mismo: filósofos.

Luego está la cuestión de si son buenos o malos filósofos, que lo son pésimos, porque han olvidado porqué Dios reveló la Ley Natural (¿tanto cuesta decir esta palabra?) y ni siquiera son capaces de apuntar a ese dato crucial de la naturaleza humana.

Miles Dei dijo...

Hablando en plata, que la novedad y la buena nueva del don de la gracia que nos ha sido dado en Cristo y que animó a los primeros cristianos a cambiar la faz de todo un imperio ahora se ha cambiado por el ser y la razón de las cosas naturales.

Muy atentos a la verdad, pero sin un ápice de gracia para poder vivirla. Así seguimos lustro tras lustro hasta que todo estalle en el resplandor de la misma gracia increada bajada del cielo por segunda vez para juzgar a un mundo que ya no la conoce.