jueves, 19 de abril de 2012

Ad multos annos!





Orémus pro Beatíssimo Papa nostro Benedicto

Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum eius

martes, 17 de abril de 2012

Casualidades


En los últimos días se está hablando mucho de las aclaraciones que la HSSPX ha mandado o mandará a la Santa Sede, en sentido afirmativo, lo que conduciría a la reintegración canónica de la misma en la Iglesia Católica.

Que en el día de hoy salga a la luz la carta que el Secretario de «Ecclesia Dei», Monseñor Guido Pozzo, ha dirigido al Instituto del Buen Pastor, pidiendo su reestructuración lo que afectaría, según los amigos de Secretum meum mihi a su misma existencia, no es casualidad.

Igual que en el momento del levantamiento de las excomuniones salieron las declaraciones de Monseñor Williamson,  ahora salta esta carta dirigida al IBP dónde además, indirectamente, se le está diciendo a la HSSPX lo que les espera.

Así que intensifiquemos las oraciones para que todo llegue a buen puerto.

Oremus!


sábado, 14 de abril de 2012

Domingo de Ramos en Rusia







Fuente: Ex Fide

¿Se ha condenado realmente la teología de Queiruga?


Si nos atenemos a lo reflejado por los medios de comunicación y los comentaristas habituales en la red, parece que, efectivamente, la CEE ha descalificado a la ¿teología? del profesor Torres Queiruga, sin embargo, si nos atenemos a lo que han dicho algunos testigos directos, como el dominico Martin Gellabert Ballester o el mismo implicado, no. Es más, el gallego se ha permitido el lujo de decir que la nota no pasaría
 «un examen serio de teología».


Ante esta situación que se ha creado, donde unos ven una condena donde otros afirman no haberla, lo mejor y más seguro es acercarse directamente a la nota de la Comisión Episcopal de la Doctrina de la Fe, de la CEE. 

Una lectura atenta del documento nos permite decir que no le falta algo de razón a Torres Queiruga en cuanto al examen de teología, ya que el continuo uso de expresiones como «parece que..», no dejan de ser extrañas en un documento que pretende clarificar si la obra de un autor se compadece con la doctrina de la Iglesia. Así, en el documento podemos leer:

«En este nuevo paradigma no parece quedar clara la distinción entre creación y salvación» (5)

«Aunque el Autor afirme que el “caer en la cuenta” no debe entenderse como una mera percepción subjetiva y que debe considerarse algo profundamente real[28], es difícil ver en su explicación de qué modo la Revelación comunica una verdad salvífica con contenidos objetivos, que mueve al entendimiento y a la voluntad humanos para aceptar una verdad que supera la razón. La noción católica de Revelación, tal como ha sido presentada por los Concilios Vaticano I y II[29], y expuesta en el Catecismo de la Iglesia Católica[30] conlleva necesariamente esos elementos que el Autor parece excluir en su interpretación.» (12)

«Una comprensión así de la plenitud de la Revelación en Cristo, que el Autor dice no negar sino explicar, no parece compatible con lo que el Nuevo Testamento dice de Cristo como Palabra definitiva del Padre, de lo cual dan testimonio los evangelistas: Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre (Jn 14, 6-7).» (13)

«Este modo de explicar el proceso por el que la comunidad llegó a la fe en la Resurrección de Cristo, lleva al Autor a negar su carácter histórico, aunque afirme la realidad de la misma: «Lo normal es no considerarla como acontecimiento “histórico” sin que esto implique, claro está, la negación de su realidad»[54]. Para él estamos ante un acontecimiento real pero puramente trascendente: «se trata del acto trascendente que sustenta creadoramente la persona de Jesús, impidiendo que sea aniquilada por la muerte»[55]. No parece respetar, por tanto, el carácter único que tiene el hecho de la Resurrección, puesto que en él se unen historia y trascendencia, tiempo y eternidad. Esto es coherente con su esquema teológico en el que no caben más que dos tipos de acontecimientos: los que están sometidos en su realidad física a las leyes empíricas o los que están totalmente al margen de las leyes empíricas[56]. Este modo de interpretar la naturaleza del hecho de la Resurrección no concuerda con el Catecismo de la Iglesia Católica, que enseña que en este caso estamos ante un acontecimiento “histórico y trascendente”, «real con manifestaciones históricamente comprobadas»[57].» (19)

 Estas afirmaciones del Profesor Torres Queiruga difícilmente resultan compatibles con la enseñanza de la Iglesia tal como la expuso la carta Recentiores Episcoporum de la Congregación para la Doctrina de la Fe: «3) La Iglesia afirma la supervivencia y la subsistencia, después de la muerte, de un elemento espiritual que está dotado de conciencia y de voluntad, de manera que subsiste el mismo “yo” humano, carente mientras tanto del complemento de su cuerpo. Para designar este elemento la Iglesia emplea la palabra “alma”, consagrada por el uso de la Sagrada Escritura y de la Tradición. […] 5) La Iglesia, en conformidad con la Sagrada Escritura, espera «la gloriosa manifestación de Jesucristo nuestro Señor» (DV I, 4), considerada, por lo demás, como distinta y aplazada con respecto a la condición de los hombres inmediatamente después de la muerte. 6) La Iglesia, en su enseñanza sobre la condición del hombre después de la muerte, excluye toda explicación que quite sentido a la Asunción de la Virgen María en lo que tiene de único, o sea, el hecho de que la glorificación corpórea de la Virgen es la anticipación de la glorificación reservada a todos los elegidos»[66]. Por lo demás, la Resurrección de la carne conlleva la resurrección de esta carne, aunque resulte transformada, como recordó el segundo Concilio de Lyon[67] y recoge el Catecismo de la Iglesia Católica[68]. También sobre la cuestión del realismo de la resurrección de la carne se pronunció la Congregación para la Doctrina de la Fe en una Nota sobre las traducción de las palabras “carnis resurrectionem” del Símbolo apostólico: «Abandonar la fórmula “resurrección de la carne” conlleva el riesgo de apoyar las teorías actuales que ponen la resurrección en el momento de la muerte, excluyendo en la práctica la resurrección corporal, en concreto de esta carne»[69]. (23)

El documento, finalmente,  remata así:

27. A modo de síntesis, los elementos de la fe de la Iglesia que quedan distorsionados en los escritos del profesor Torres Queiruga son los siguientes:

· La clara distinción entre el mundo y el Creador, y la posibilidad de que Dios intervenga en la historia y en el mundo más allá de las leyes que Él mismo ha establecido.

· La novedad de la vida en el Espíritu que Cristo nos alcanza, con la consiguiente distinción entre naturaleza y gracia, entre creación y salvación. Así como, la necesidad de la gracia sobrenatural para alcanzar el fin último del hombre.

· El carácter indeducible de la Revelación, mediante la cual Dios ha dado a conocer al hombre su designio salvífico, eligiendo a un pueblo y enviado a su Hijo al mundo.

· La unicidad y universalidad de la Mediación salvífica de Cristo y de la Iglesia.

· El realismo de la resurrección de Jesucristo, en cuanto acontecimiento histórico (milagroso) y trascendente.

· El sentido genuino de la oración de petición, así como el valor de la intercesión y mediación de la Iglesia en su oración por los difuntos, especialmente en la Eucaristía.

· La distinción real entre el momento de la muerte personal y el de la Parusía, entendida ésta como culminación y plenitud de la Historia y del mundo.

28. Con la presente Notificación, la Comisión para la Doctrina de la Fe quiere salvaguardar aspectos esenciales de la doctrina de la Iglesia para evitar la confusión en el Pueblo de Dios y contribuir al fortalecimiento de su vida cristiana; espera igualmente que el Prof. A. Torres Queiruga siga clarificando su pensamiento y lo ponga en plena consonancia con la tradición de fe autorizadamente enseñada por el Magisterio de la Iglesia.

Cuando uno lee, por ejemplo, el método adoptado por teólogos como Royo Marín, y lo compara con el usado en la nota, se palpa una pérdida de nivel alarmante no sólo en el nivel teológico, tanto en la manera de fundamentar las cuestiones como en la deducción lógica a partir de las premisas.

Según la nota, algunas tesis de Queiruga «parecen» apartarse de la doctrina de la Iglesia. Pero que «parezcan» apartarse no implica de ninguna de las maneras que sean erróneas. Son condenables si se apartan de la doctrina, no si «parecen» apartarse. Es más, la nota cae en una contradicción entre la exposición de la cuestión y la síntesis final, ya que la misma no demuestra que las tesis del profesor Torres Queiruga distorsionen «elementos de la fe de la Iglesia», en cualquier caso, lo que muestra es que parece que distorsionan «elementos de la fe de la Iglesia». Ahora bien, esta apariencia puede deberse bien a un defecto en la exposición de la teología de Queiruga (no se ha explicado bien), bien a un defecto en la comprensión de la misma (los receptores no entienden bien lo que quiere decir). Lo que está claro es que, a partir de una apariencia, no se puede llegar a una condena. Es como si a una persona se la condenase porque parece un ladrón. No sé si me explico.

Y por supuesto, de condena, nada. Al profesor Queiruga se le espera que «siga clarificando su pensamiento», no se sabe hasta cuando.

Otra cosa es el espectáculo mediático que se ha montado, donde se ha confundido la realidad con el deseo, poniéndose la fe al servicio de la ideología.

Los obispos, más que una condena, lo que han puesto en marcha no es más que una operación de márketing, elevando la apariencia al nivel del ser. Han amagado y no han dado. Por mucho que nos digan lo contrario.

domingo, 8 de abril de 2012

Hæc dies quam fécit Dominus: exsultémus et lætémur in ea




Orémus

Deus, qui hodiérna die per Unigénitum tuum æternitátis nobis áditum devícta morte reserásti: vota nostra, quæ præveniéndo aspíras, étiam adiuvándo proséquere.
Per eúmdem Dóminum nostrum Iesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum.
Amen.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

jueves, 5 de abril de 2012

Viernes Santo, día de ayuno y abstinencia: en Sevilla, no

Tras el Vaticano II, los días de ayuno y abstinencia quedaron reducidos únicamente a dos: Miércoles de Ceniza y Viernes Santos. Posiblemente, esta medida se tomara con ese sentido absurdo que supone que el aflojar en la prácticas de ascesis conlleva una vivencia más profunda de la misma cuando en la realidad ocurre todo lo contrario. Cuando disminuyen los niveles de exigencia, el resultado es un nuevo aflojamiento del rigor. La ascesis penitencial se encuentra, unas décadas después bajo mínimo.

Para conocer la importancia del ayuno en la ascesis católica no hace falta acudir a ningún documento magisterial, sencillamente basta acercarse a las oraciones colectas de la liturgia tradicional en el tiempo de cuaresma. En las mismas podemos encontrar en un alto porcentaje referencias continuas al ayuno cuaresmal, ya se sabe, eran otros tiempos.

Desde la Constitución Sacrosanctum Concilium, dedicada a la Liturgia, hasta Benedicto XVI, no nos encontramos ayunos de referencias al «ayuno». Por ejemplo:

 La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social. Foméntese la práctica penitencial de acuerdo con las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles y recomiéndese por parte de las autoridades de que se habla en el artículo 22.

Sin embargo, téngase como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y aun extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo del Domingo de Resurrección con ánimo elevado y entusiasta (Sacrosanctum Concilium, 110)
Y otro:


El Viernes Santo conmemoraremos la pasión y la muerte del Señor; adoraremos a Cristo crucificado; participaremos en sus sufrimientos con la penitencia y el ayuno. «Mirando al que traspasaron» (cf. Jn 19, 37), podremos acudir a su corazón desgarrado, del que brota sangre y agua, como a una fuente; de ese corazón, de donde mana el amor de Dios para cada hombre, recibimos su Espíritu. Acompañemos, por tanto, también nosotros a Jesús que sube al Calvario; dejémonos guiar por él hasta la cruz; recibamos la ofrenda de su cuerpo inmolado.


Por último, en la noche del Sábado Santo celebraremos la solemne Vigilia Pascual, en la que se nos anuncia la resurrección de Cristo, su victoria definitiva sobre la muerte, que nos invita a ser en él hombres nuevos. Al participar en esta santa Vigilia, en la noche central de todo el año litúrgico, conmemoraremos nuestro Bautismo, en el que también nosotros hemos sido sepultados con Cristo, para poder resucitar con él y participar en el banquete del cielo (cf. Ap 19, 7-9) (Audiencia General, Benedicto XVI, 20 de Abril de 2.011) (Más aquí)
 

En la Archidiócesis de Sevilla, Monseñor Asenjo, ha vuelto a dar dispensa del ayuno y de la abstinencia del Viernes Santo. Eran dos días, y al final, se ha reducido a uno.

Después cargarán al pueblo por no practicar lo que ellos mismos dispensan.

O sea.

martes, 3 de abril de 2012

Semana Santa y cofradías



Meditación de los misterios de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

Un santo - y próximamente, Doctor de la Iglesia -:

Porque los misterios que Cristo obró en su baptismo y pasión son bastantes para sosegar cualquier tempestad de desconfianza que en corazón se levante. Y así por esto, como porque ningún libro hay tan eficaz para enseñar al hombre todo género de virtud, ni cuánto debe ser el pecado aborrecido y la virtud amada, como la pasión del Hijo de Dios; y también porque es extremo de desagradecimiento poner en olvido un tan inmenso beneficio de amor, como fue padecer Cristo por nos, conviene, después del ejercicio de vuestro conocimiento, ocuparos en el conocimiento de Jesucristo nuestro Señor. Lo cual nos enseña San Bernardo, diciendo: "Cualquiera que tiene sentido de Cristo sabe bien cuán expediente sea a la piedad cristiana, y cuánto convenga, y cuánto provecho le trae al siervo de Dios y siervo de la redempción de Cristo, acordarse con atención, a lo menos una hora del día, de los beneficios de la pasión y redempción de nuestro Señor Jesucristo, para gozar suavemente en la conciencia, y para sentallos fielmente en la memoria. Esto dice San Bernardo; el cual así lo hacía (San Juan de Ávila, Audi Filia, capítulo 68, 2).

Y un cofrade antiguo:

Este recuerdo es para el cristiano, cual una elocuente y viva lección que le enseña a odiar el crimen y amar la virtud; pues no es posible que teniéndola presente, insistir quiera en la senda de los extravíos, desoyendo la voz de la conciencia que le apercibe de su ingratitud. Por esta causa varones esclarecidos recomendaron muy mucho esa devoción, haciendo de ella los mayores elogios.

S. Agustín dijo: que la consideración de la Pasión del Señor era de más mérito que visitar la Tierra Santa. S. Gregorio el Grande asegura: que es señal de predestinación; y S. Alberto Magno en su tratado de la Misa afirma: que la simple memoria o meditación de la Pasión, era de mayor mérito que ayunar a pan y agua por el espacio de un año todos los viernes; que tomar todas las semanas unas disciplinas de sangre, y que rezar diariamente los ciento cincuenta salmos del salterio de David. (José Bermejo y Carballo, Glorias Religiosas de Sevilla, pág. 11).